El mundo se enamoró de Turboman 2013
Todos hablan de Chile y de Eduardo Vargas. Su padre asegura que ex jugador azul pronto alcanzará su mejor nivel.
l Roka Valbuena
Eduardo Vargas Tapia, el padre de Turboman y, además, un silencioso conductor de camiones gigantes, amaneció con los periodistas en el teléfono. Dos goles de su hijo, Eduardo Jesús, el bendito, el bienaventurado semental de la Roja que acumula seis goles al hilo, provocaron una estampida de reporteros. Por eso ahora, con una sutil irritación, mientras supervisa a gritos la construcción de un complejo deportivo en Renca ("¡Brito! ¿Dónde quedó el cemento?"), opina de esta forma:
-En el éxito todos llaman.
-En los bajones de Edu casi nadie llama. Es así la prensa en este país. Pero ya los conozco. Te llaman con una sonrisa y luego desaparecen.
El padre trató de llamar al hijo, pero Turboman pasó la noche con el teléfono apagado y sólo le entregó primicias a una almohada suiza. Pudimos comprobar, en todo caso, que el padre está tranquilo. Su dictamen es estricto: "No fue el mejor partido de Edu. Tiene otras más buenos". Y, sin un ápice de asombro porque haya convertido ante los campeones del mundo, declara que es lógico que Edu juegue bien. ¿Por qué? "Porque es bueno no más", aclara con simpleza. Y proyecta: "De a poco va a ir subiendo su nivel. Va hacia arriba. El Edu es muy buen jugador. No cacho por qué se sorprenden".
La mesura la sigue aportando el padre del goleador. "Esto sigue", desliza con prudencia. Y dice que la polola le ha hecho bien al crack. Que Valdivia es un compañero ideal para los goles de Eduardo. Y que su anhelo actual es uno solo: "Yo quiero que Edu se quede en Brasil". Ahí es el mundial, dice. Y ahí a Turboman lo hacen brillar.
Luego el camionero retorna al silencio. Apaga el teléfono y se queda sentado en su casa. La casa de los Vargas que está ubicada en Renca, en esa inmensa, infalible y orgullosa avenida llamada Eduardo Vargas. J