Mientras los medios de comunicación hablan de poner un plazo para el fin de las ganancias en las Isapres; de cárcel para los sostenedores que lucren en educación; de la anulación del juicio al imputados del caso bombas; además de la complicidad de las empresas avícolas, entre ciento de noticias más, se hace innegable que la ética es un concepto transversal en nuestras vidas, aunque para muchos demasiado sobreexpuesto.
De acuerdo a Fernando Savater, escritor y filósofo español, quien nos entrega la definición más clara de ética este término implica resolver algo en función que sea bueno o malo para los demás, desde las cosas más pequeñas a las grandes decisiones. No obstante muchas veces el quehacer ético queda más en las palabras que en los hechos, pues una cosa es saber qué debemos hacer y otra más difícil es hacerlo.
Es en este marco que las universidades y, específicamente, nuestra casa de estudios cumple un papel preponderante, al ser el lugar donde los estudiantes aprenden un conjunto de conocimientos, al igual que sus valores profesionales y ciudadanos; además, a través de un comité ético científico junto a investigadores, las universidades se abocan a difundir ciencias, a sembrar el entendimiento crítico con poder de discernir, de reconocer, de descubrir la verdad.
En tanto, en vinculación con el medio, como universidad estatal y regional, a través de la responsabilidad social universitaria, acercamos a la vida de niños, adultos y tercera edad, la ciencia, el arte y el deporte.
Porque ser universidad, exige proactividad y capacidad de aportar con inteligencia, no solamente generando saber, sino también transmitiendo y proyectando en la labor que cumplen cada uno de quienes integran la comunidad universitaria, la ética como una acción palpable para todos quienes formar parte de la sociedad.