Acompañar Y ACOGER
Al terminar la reunión en Roma acerca de cómo apoyar la vida de la familia de nuestro tiempo, aparece la importancia de saber acoger y acompañar. Son dos palabras que llevan consigo trabajo, tiempo, dedicación, testimonio, pero sobre todo amor por los otros.
Por experiencia sabemos que la vida familiar de muchos lleva consigo dolores y desencuentros, esta verdad no ha de llevarnos a perder de vista a tantos que luchan con verdadero amor por sacar adelante su proyecto familiar.
Todos somos miembros de una familia o nos toca convivir con otras. Somos testigos de alegrías, esperanzas y proyectos, como también de fatigas y quiebres. Pienso que todos podemos hacer algo por: Acompañar en la medida de nuestras posibilidades, a los jóvenes que sueñan con formar una familia. Animarles a que no tengan miedo, compartirles experiencias para que cuiden lo que a unos sirvió o dejen de hacer lo que a otros dañó. Acompañar la vida de aquellos esposos que pasan por dificultades y experimentan aquello de que: "no siento o ya no es lo mismo de antes". Hacer ver que el amor no es solo cosa de sentimiento sino también de voluntad, que la paciencia y el diálogo, como el buscar la ayuda adecuada sirve para reencontrarse. Decía el Papa Francisco que en la vida de los esposos y familias siempre debiera haber presente tres palabras mágicas: Permiso, gracias, perdón. Sí, hemos de acompañar, involucrarnos en la vida de aquellos que queremos y animarlos a cuidar su amor, su compromiso su familia.
Por otro lado hemos de saber acoger a quienes por distintos motivos no lograron una solución a sus conflictos y se produjo aquel quiebre que siempre produce dolor. Acoger con gestos de cariño, con la palabra amable, con la invitación a compartir nuestras vidas. Que no se sientan solos.
Como cristianos proclamaremos el evangelio de la familia como Jesús nos ha enseñado, pero como Él nos ha mostrado sabremos también entender y acompañar a cuantos han quedado heridos en el camino. Que la suerte de quienes están a nuestro lado no nos sea indiferente.