Actividades de última hora
Cuando se trata de reconocidas figuras no es posible que se avise de una actividad menos de una hora antes, por respeto a los expositores como a quienes organizaron.
Después son varios los que se quejan de las coberturas.
Cuando se trata de reconocidas figuras no es posible que se avise de una actividad menos de una hora antes, por respeto a los expositores como a quienes organizaron.
Después son varios los que se quejan de las coberturas.
Las redes sociales han dado cuenta y masificado una serie de episodios relacionados con las denominadas "detenciones ciudadanas", reacción vecinal ante la reiterada acción de supuestos delincuentes.
Si bien nuestro ordenamiento jurídico valida la retención de quien sea sorprendido como autor de un acto ilícito, lo preocupante es que este tipo de aprehensiones están decantando en violentas golpizas que se apartan de toda definición de justicia.
Tanto a nivel regional como nacional, el tema ha sido abordado por autoridades y medios de comunicación, lo que pone de manifiesto la necesidad de un análisis más profundo y que se haga cargo de su origen. En ese sentido, es evidente que los altos índices de victimización, la mala evaluación que la ciudadanía hace del sistema judicial y la sensación de impunidad de los actos ilícitos son parte del problema.
Pese a estas circunstancias, es necesario que la ciudadanía comprenda que lo correcto en estos casos es retener al sospechoso, solicitar la presencia policial y dejar que el Ministerio Público, la Defensoría, los Tribunales de Justicia y todos los organismos competentes actúan.
Hace más de una década nuestro país dio un paso trascendental en la aplicación de la justicia penal, pasando de un sistema inquisitivo a uno garantista y que resguarda los derechos fundamentales de las personas.
Un país civilizado debe respetar el Estado de Derecho y, en consecuencia, entender que la venganza no es una herramienta válida o un medio justificado para la aplicación de justicia. Muy por el contrario, su aplicación es riesgosa para la convivencia y sus efectos pueden ser lamentables.
Es evidente que a más de una década del inicio de la Reforma Procesal Penal, nuestro ordenamiento requiere revisión y perfeccionamiento, sin embargo, esto no justifica en lo absoluto el uso de la violencia como mecanismo de resolución de conflictos.
También es necesario que los vecinos comprendan que a través de la denuncia formal de los actos ilícitos, las policías pueden justificar, conseguir y dirigir y redirigir los recursos técnicos y humanos que contribuyen a combatir la delincuencia.
La Navidad ya está cercana. Las carreras y ajetreos por preparar la fiesta, lo que incluye regalos, se hace ya frenética. Los papás hacen lo imposible por agradar a sus hijos y sin duda esto es hermoso. Pero creo que no se puede olvidar que el mejor regalo para los hijos es precisamente contar con sus padres, y esto no lo han de olvidar ni los niños ni los grandes. Por eso en medio de tanto ajetreo de ahora y de siempre, es bueno que los padres no olviden dar lo mejor a sus hijos: tiempo y cariño.
Por todas las tareas que se han de cumplir a diario, se llega cansado a la casa. El cansancio es legítimo. El malhumor, no.
Al llegar a casa, ningún padre puede abrir la puerta y decirse: "Misión cumplida". El llegar a ella, luego de un día de trabajo es la hora heroica de los padres.
La vida familiar debe cultivarse a riesgo de que se vuelva un campo abandonado. Se abona con la conversación, con las celebraciones; con ritos familiares, con tradiciones, con un lenguaje que tiene puntos de referencia comunes.
Sin vida de familia, se pasa del trabajo al trabajo como por un túnel. Agradezcamos que la jornada se interrumpa para estar en casa con los que se ama.
El cansancio de una jornada dura se recupera en la vida de familia. La gracia del hijo pequeño hace cambiar la vista cansada. Ahí no se nos acepta por nuestra eficacia ni por nuestro rendimiento: se nos acoge con cariño. Y la vida de familia es más amable cuando se enfrenta con amabilidad, cuando no impacienta la avidez de un hijo por contar sus cosas, la del otro que asalta con peticiones, la de un tercero... El hogar no es un monasterio donde se oye el silencio. Los niños no son objetos inmóviles que forman parte de la decoración. La casa no es casa de reposo para enfermos de los nervios. El cariño hace amables hasta las interrupciones.
Para muchos, que los medios insistan en buscar responsabilidades tras los accidentes no es tan relevante, sin embargo, debe haber un compromiso con la comunidad para dilucidar los hechos.