El bombardeo de información, que trae consigo la discusión sobre la Reforma Educacional, facilita que la comunidad caiga en erradas percepciones, articuladas principalmente por actores decidores que representan a determinados sectores y grupos adscritos a la enseñanza privada en Chile.
Lo claro es que hoy la diversidad del país, es representado a través del Consorcio de Universidades del Estado de Chile (Cuech), organismo que considera 16 universidades chilenas, desde Arica a Magallanes, es decir en doce regiones.
Este grupo, donde se encuentra la Universidad Arturo Prat, es el representante del Estado en el ámbito de la educación en Chile, por lo que su objetivo es fomentar la investigación, participación ciudadana, integración y diversidad, facilitando así el crecimiento armónico y equitativo de las regiones.
Aquellos representantes del Cuech, gran parte herederos de la Universidad de Chile, se establecieron como una necesidad de un mayor desarrollo regional y descentralizador, profundizando su acción laica y tolerante, tutelada siempre por estrictos mecanismos de control, ejercida por distintos organismos del Estado.
En el segundo grupo de universidades, ubicamos a la Red G9, integrado por siete universidades católicas y dos laicas, localizadas entre Antofagasta y Valdivia, con una presencia en 7 regiones del país.
Conocidas como privadas tradicionales, integran junto al Cuech, el Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (CRUCH), definiendo eso sí, mecanismos de permanencia más selectivos que nuestra agrupación, al definir entre otras, la rendición de cátedras teológicas obligatorias, mecanismos de cobros más estrictos y una menor dependencia de control frente al Estado.
En el tercer escalafón, localizamos a un grupo disperso que integran universidades privadas, pertenecientes a distintos grupos económicos, sociales, políticos y religiosos, que cuentan con las mismas garantías estatales que el Cuech y Red G9 y cuya rendición hacia el Estado, hasta hace un tiempo era casi simbólica.