En primera instancia, suena extraño, pero real, dado que se puede aplicar el concepto medieval a una forma de pensamiento o cultura y en ello, se puede señalar que el puerto tiene elementos medievales.
La ciudad tiene una estructura mental religiosa popular, que se asemeja al medioevo en su forma, dado su culto mariano y de santos, como el temor a Dios y a las múltiples fiestas que adornan el calendario, cada una de ellas marca un tiempo, por ejemplo los carnavales de claro origen medieval y que traen a América los españoles y las fiestas de la Virgen del Carmen de La Tirana, por tanto, existe un antes y un después de ello y en eso el estado retrocede ante la religiosidad, es más, el feriado del estado que es regional se hace por una deidad religiosa y surge con ello, el peregrino que tiene su significado histórico en la época medieval y los castigos a la carne o al cuerpo, como el ayuno, las mandas y promesas.
Por otro lado, la idea de ser centro de todo, es una imagen del encierro medieval de economía autárquica que se sitúa en una imagen que es la ZOFRI, aunque ésta es todo lo contrario en términos económicos, pero el pensar que abastece todo lo convierte en ello, que se suma al temor al extranjero.
El mundo político es medieval, aún existen los caciques, que derrotan a la clase política moderna, especies de big-man que suman las tradiciones regionales y carismáticamente se sitúan en el poder, reparten poder y conducen al clientelismo político, éstos son una clara forma que la ciudad aún no es moderna, aunque se moderniza, dado que en su aspecto de mentalidad responde a estructuras señoriales del poder y de luchas por éste en que existe una ideología del afecto a la personalidad y a la prebenda a la reciprocidad de la red del poder que se cruza, negocia que se traduce en empleos y ayudas, aunque no siempre ese nicho de poder, traiga consigo efectividad, la lógica medieval, no es la capacidad, sino la lealtad, lo que mueve la red de poder.