Demolieron sede social tomada por drogadictos
Los vecinos de calle Moisés González con calle Videla al fin podrán vivir tranquilos en sus casas, ya que tras 2 años de exigir soluciones, la municipalidad de Iquique demolió la sede del centro de madres de la junta vecinal "San Carlos", la que hasta ayer estaba abandonada y siendo usada por drogadictos.
Así lo informó el jefe de los inspectores municipales, Peter Toledo, quien precisó que luego de una ordenanza municipal se procedió a la demolición del inmueble.
"Previamente se realizó un informe social y uno de los inspectores donde se hizo el estudio que demostraba que esta sede estaba en abandono, en pésimas condiciones, que era usado por ruqueros y delincuentes y ahora, a través del decreto de demolición estamos procediendo", indicó Toledo.
vecinos
Los más felices eran los vecinos del sector, sobre todo quienes viven frente a la polémica sede, ya que por mucho tiempo estaban esperando que el municipio le quitara el comodato a la persona que tenía a cargo el lugar. "Estuvimos 2 años peleando, incluso este último tiempo la situación era más caótica porque el lugar seguía siendo albergue para fumones y no dejaban jugar a los niños", precisó María Welsch, presidenta de la junta vecinal "San Carlos".
La dirigenta dijo que ahora están más tranquilos y que trabajarán para recuperar ese espacio. "Ahora se supone que pondrán juegos para recuperar espacios, van a aplanar el cerro y que se adapte para los niños del sector", agregó Welsch.
Por su parte, la presidenta de la junta de vecinos "Santa María", Elba Valenzuela está aún más feliz, ya que sus vecinos vivían frente a la sede, y eran los que más sufrían. "Es un alivio para todo el sector. Ya no vamos a estar preocupados de que no violen a un niño, vamos a dormir tranquilos", afirmó la dirigenta.
conflicto
Cabe recordar que los vecinos del sector estuvieron luchando por cerca de 2 años para que la municipalidad hiciera algo con la sede abandonada.
En su oportunidad, los niños intentaron quemar el lugar ya que la mujer que vivía ahí no los dejaba usar la cancha. "Siempre fue un lugar peligroso, los niños estaban cansados porque esta mujer que vivía ahí les cobraba por jugar y antes de que terminaran les apagaba las luces, varias veces los niños trataron de quemar la sede", relató Welsch. J