Optó por someterse a una operación para mejorar su estado de salud, sin imaginar que todo resultaría peor. Anita Segovia Segovia (54) ingresó el pasado 3 de febrero a la sala de operaciones del hospital Dr. Ernesto Torres Galdames y posterior a ello le encontraron dos gasas al interior de su cuerpo.
Según narró la mujer, natal de Osorno, los constantes dolores que sentía como consecuencia de las hernias que la aquejaban desde hace cuatro años en la zona umbilical, la obligaron a acudir al hospital y someterse a una cirugía.
Estando de alta, Segovia asistió a las curaciones de rigor donde reportó constantes supuraciones y un extraño olor que emanaba de la herida, lo cual conllevó a que personal de salud encuentre y extraiga la primera gasa.
"Me dieron de alta como a los cuatro días. Como me quedó un hoyo en la herida para que drenara me hacían curaciones y la niña de policirugía encajó su dedo y al tacto encontró la gasa", precisó.
segunda cirugía y gasa
Tras el episodio, la paciente siguió acudiendo a realizarse curaciones que le permitieran una adecuada cicatrización, sin embargo, una continua supuración hizo humedecer la totalidad de la gasa que cubría herida. En el intento de reemplazarla, la hija de Segovia notó una abertura en la herida por lo cual la trasladó al hospital donde fue intervenida nuevamente.
"El 14 de febrero ingresé a la guardia. La malla que me pusieron se echó a perder y me volvieron a operar para retirarla y quedé con la operación abierta para que se cierre sola".
Lo siguiente que aconteció fueron nuevas visitas al establecimiento de salud para que le realicen las curaciones de la herida pero fue hace aproximadamente una semana que, en uno de estos procedimientos, se halló una segunda gasa, esa vez de mayor tamaño al interior del cuerpo de Segovia.
En tal momento, lo que causó más indignación en la mujer fue que -según dijo- el personal que retiró la gasa la culpó de ser responsable de que su herida no sane, descartando que se trate como consecuencia de tener objetos extraños dentro de su cuerpo.
"Me dijeron que la herida no sanaba porque era gorda y porque tengo diabetes cuando mi enfermedad está controlada", remarcó al agregar que tras el hallazgo fue sometida a análisis clínicos que confirmaron la existencia de una infección que propició que estuviera internada en total por más de un mes en el hospital.
Subrayó que desde su primera intervención transcurrieron tres meses de someterse a continuas limpiezas de una herida que por fin empieza a sanar.
A esto se suma, tener que tolerar el desagradable dolor de la herida y el temor de que esta situación se hubiera complicado y le costara la vida.
"Si no denuncié fue porque a estos grandes (autoridades de la salud) yo no les voy a ganar. Quiero que sirva de alerta para otros pacientes que pueden sufrir negligencias como estas", concluyó la pensionada, quien recién ayer fue dada de alta. J