Esforzadas madres que luchan por sus hijos
"Festejemos", "vamos a comer" y "hagamos un paseo" son los clásicos panoramas para el Día de la Madre que tienen los iquiqueños. En general, es una fecha en donde toda la familia se reúne para celebrar a las "matriarcas" del hogar. Aunque lo último, no es el caso de muchas mujeres de la ciudad.
Miriam Cabrera (57), es dueña del Hotel Barros Arana. Se levanta todos los días temprano, para llegar al local que recibe a varios turistas día a día, según explica. Es común ver en el lobby a personas que llegan o se van. Pero llama la atención ver a una niña, siempre acompañándola. Ella es Gabriela, su hija.
Tiene 28 años, pero "es una eterna niña", comenta Miriam. Su hija tiene autismo y como ella dice "es como si tuviera 17". "Cuando yo comencé en este proceso de entender lo que era la enfermedad, en Iquique no había ningún doctor que supiera sobre esto", recuerda.
Por la edad de Gabriela, no puede dejarla en ningún establecimiento de educación diferencial. Por ley, en Chile las personas con capacidades diferentes tienen derecho a asistir a estos recintos hasta los 24 años. Lo que obliga a esta mamá a estar día a día con ella.
"Afortunadamente estoy en un negocio familiar y tengo el tiempo para atenderla bien", refiriéndose a las facilidades que ha tenido para trabajar junto a una hija con esa condición.
Miriam es tesorera de la Agrupación de Familiares y Adolescentes del Espectro Autista (Afanea) y aconseja a las mamás que tienen hijos diagnosticados, para que "no den tanto bote como nosotros", asevera.
"A cierta edad no pasa nada con ellos. Ya no están ni para el laboral", refiriéndose al sistema de educación diferencial que sólo llega hasta los 24 y las nulas opciones de trabajo que tienen estas personas.
De todas maneras, para Miriam, Gabriela, es su única compañía, porque vive sola con ella.
FIN DE SEMANA
Silvia Corahua (35) no es iquiqueña, pero se siente parte de la ciudad. No por nada lleva más de 5 años en estas tierras. Es oriunda de Bolivia. Ella tiene un puesto de verduras en el Terminal Agropecuario y es común verla todos los fines de semana junto a Nidia, su hija de solo dos años.
"Los fines de semana la traigo acá. No tengo quien me la cuide, por eso me la llevo al trabajo", comenta la ciudadana boliviana sobre el esfuerzo que tiene que hacer, para que la niña no se quede sola.
La menor ayuda a su madre con el orden de las verduras y juega con otros niños que son frecuentes de estos puestos de vegetales.
"Es complicado. Hay que estar pendiente de ella, sino en un ratito se me arranca. Es muy inquieta y me pide cosas. Siempre me come los tomates del local", comenta entre risas sobre el cuidado que tiene que tener con Nidia, que tiene la rutina de probar algunos vegetales que están para la venta. Pero aclara que es muy inquieta y que la ayuda con las cajas (de verduras).
"Es muy sociable y tiene muchas amigas por el terminal. Me salió bien despierta", dice la orgullosa mamá.
Eso se refleja en todas las amigas que posee la pequeña Nidia, es normal verla corriendo y jugando por todo el pasillo que corresponde al lugar de las verduras en el Terminal Agropecuario de Iquique.
Así Silvia, se las arregla para poder estar con su hija y no descuidarla. Afirma que es "complicado", pero prefiere estar atenta a los cuidados que necesite su hija. Que, desde chica, ya le ayuda en todo lo que se necesite en el local de verduras.
TRABAJO
Las historias de Miriam y Silvia reflejan una realidad nacional. Una verdad que existe en Tarapacá. si bien sus relatos son particulares, no escapan a un Chile en donde la mujer tiene cada vez más cabida en el ámbito laboral. Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el número de mujeres que trabaja solo con educación secundaria es del 45,6%. Cifra que aumenta al tener estudios técnicos o universitarios, con un 63,1% y 58,7%, respectivamente.J