Control delictivo
Entre los técnicos se anticipaba hace ya tiempo que Chile tendría que abrir debate sobre cómo mejorar el rendimiento de sus instituciones para la prevención y contención de la delincuencia. Al parecer, las tasas delictivas de los últimos tiempos están empujando tal apertura, a juzgar -más allá del clamor de la población victimizada- por declaraciones como las del subsecretario de Prevención del Delito, de personeros de los fiscales y de los municipios.
Voceros de estos últimos, están redoblando ahora su petición de más facultades (constitucional y legalmente carecen de ellas), entre otras, las de los guardias de seguridad (estos últimos, en realidad, no tienen más atribuciones que las de cualquier ciudadano).
Un remozamiento de las instituciones actuales tomará tiempo y enfrentará no pocas resistencias de variado origen. Técnicamente, parece predecible que el estudio de una modernización policial efectiva llevaría a concluir que la organización piramidal centralizada ya no responde a las realidades contemporáneas, por razones demográficas, de tecnificación de la delincuencia y de diversidad de sus manifestaciones según zonas que pueden ser bastante pequeñas -barrios, por ejemplo-. Frente a esto, se hace ver que la instancia municipal, la más cercana a la base afectada, es la que mejor puede responder a un peligro que varía para cada zona. Siendo así, hay quienes propician la creación de policías municipales que complementen la policía nacional. En contrario, otros representan el riesgo de que tales policías locales devinieran en instrumentos políticos, grupales o arbitrarios de alcaldes y concejos, tanto más dadas la debilidad y limitaciones de la instancia municipal. Desde esta perspectiva, el Consejo de Seguridad Comunal que impulsa el Gobierno parece una opción atendible, que incorporaría un control por los vecinos mismos. Pero también esta fórmula -cuyos detalles no se conocen- deja abierto el interrogante sobre cómo sería ese control en la práctica. Parece haber aquí un largo camino por recorrer hasta llegar a fórmulas equilibradas y confiables.
Los pasos sugeridos no son los únicos, pero darlos probablemente tendría algún efecto útil en lo más inmediato, mientras el país va encontrando fórmulas que le restituyan la seguridad pública hoy en jaque.