La plaza Arturo Prat de Iquique es la muestra de cómo un espacio público es ocupado por la ciudadanía.

Los trabajos del municipio, que se extenderán por un mes, permitirán que el centro cívico cuente con mejores condiciones que las que ofrece ahora a quienes llegan en busca de descanso o relajo durante el día.

Además de los carritos, que ofrecen productos para servir, como el tradicional completo y mote con huesillos; están los artistas callejeros, ferias de libros y los tradicionales triciclos para los niños, que le otorgan a la plaza su identidad y una vida que en la actualidad es difícil de encontrar.

Sin ir más lejos, la plaza Condell ni con la remodelación e instalación de un patio de comida ofrece la variedad de entretenciones ni la hospitalidad de la plaza Prat que también perdió mucho de su encanto, con la construcción del estacionamiento subterráneo.

Pero independiente de la fisonomía de las plazas, cada día el chileno tiende menos a ocupar estos espacios, que en muchos casos son considerados inseguros por ser utilizados para consumir alcohol y otras drogas, principalmente durante las noches.

Justamente las encuestas de seguridad siempre las abordan como puntos peligrosos dentro de las ciudades.

Pese a lo anterior, es necesario que la ciudadanía se apropie de estos, para lo cual las autoridades deben contribuir con mantenciones periódicas y dotarlas de la implementación necesaria para que sean atractivas.

Un ejemplo de aquello es el anuncio de invertir más de 2 mil millones de pesos, en máquinas de ejercicios, juegos inclusivos y de los tradicionales para niños. Iniciativa municipal que permitirá mejorar más de 50 espacios públicos en Iquique.

Si bien, antes de alabarlas, es necesario que estas obras se concreten, ya han dado resultados en las plazas que se instalaron.

Junto a ello, se necesitan proyectos de seguridad como mejor iluminación y cámaras de televigilancia. Esto, permitirá ofrecer garantías de día como de noche a quienes utilicen estos espacios que a fin de cuenta repercuten en la calidad de vida de los ciudadanos, sobre todo en Iquique donde el clima acompaña para su utilización durante todo el año.

Dos de mis grandes pasiones son el emprendimiento y la política. Hasta ahora, afortunadamente, he podido compatibilizarlas. En política he mantenido siempre una misma visión y acción: la oportunidad de buscar acuerdos y construir consensos. La experiencia demuestra que en la actividad empresarial funciona la misma receta. De ahí que soy más bien reacio a las polémicas, más aún si son inconducentes o pasan por la descalificación personal.

Este contexto, una suerte de declaración de principios de todas mis actuaciones, incluida esta columna, me obligan muchas veces a tener que insistir o reiterar ciertas ideas, aclarar conceptos, opiniones o informaciones para que quienes toman decisiones.

Es así como me parece necesario reiterar la importancia de las llamadas "tarifas" de zona franca. De ellas se habla mucho, se critican, se defienden, etc., pero es fundamental insistir en su importancia. Legítimamente algunos preferirían que no existieran o que fueran de un monto muy bajo y, por el contrario, otra parte, preferiría, también legítimamente que fuera lo más alta posible.

De las tarifas salen los ingresos de Zofri S.A., y por consiguiente el financiamiento de su operación; pero, también las inversiones en infraestructuras y mejoras. Asimismo, salen los aportes a las comunas; así como la legítima rentabilidad para los inversionistas.

Pero también es necesario ver las tarifas como un particularidad de un sistema de por sí excepcional. Y ahí, es necesario vincularlas con los impuestos que pagan quienes desarrollan igual o similar actividad fuera de una zona franca.

Los beneficios a las empresas que operan en zona franca, así como también a su Administradora, contempla la exención de pago del impuesto de Primera Categoría, del IVA por las operaciones bajo régimen de zona franca y del IVA por los servicios prestados entre usuarios dentro de zona franca.

Las mercancías en la zona franca se consideran como si estuvieran en el extranjero y, en consecuencia, no están sujetas al pago de derechos, impuestos, tasas y demás gravámenes que afectan a la importación de bienes.

El consenso sobre las tarifas se debe fundamentar en alinear intereses contrapuestos con criterios de equilibrio que beneficie a todos y por lo tanto de justicia con las partes interesadas.