A partir de la suscripción de la Convención en el año 1990, el Estado de Chile asumió compromisos en torno a garantizar los derechos de los niños, niñas y adolescentes. En este contexto, y destacando la importancia que han tenido los temas de infancia en el Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, es que durante este mes hemos estado difundiendo la nueva Política de Infancia y Adolescencia y su Plan de Acción. También durante agosto se presentará al Congreso el proyecto de Ley de Garantías de Derechos de la Niñez y Adolescencia, y el proyecto de Ley que crea la Subsecretaría de Niñez y Adolescencia.

Este es el mes del año donde los niños, niñas y adolescentes se vuelven protagonistas. Hace unos días -el 14 de agosto- se han cumplido 25 años de la ratificación de la Convención de los Derechos del Niño, y como región lo celebraremos este jueves en Alto Hospicio y el viernes en Pozo Almonte en actos donde está invitada toda la comunidad.

Creemos que la mejor forma de celebrar los 25 años de la ratificación de la Convención, es precisamente difundir los derechos de los niños, niñas y adolescentes, así como la robusta agenda de transformaciones en materia de Niñez y Adolescencia en la que está trabajando el gobierno, a través del Consejo Nacional de la Infancia.

Con estos instrumentos, tanto la Política como los proyectos de Ley, Chile avanza en el cumplimiento de la Convención sobre los Derechos del Niño, creando un Estado garante de derechos de la infancia y adolescencia. Para que esto ocurra, es necesario que se produzca un cambio cultural donde la sociedad transite de una visión de protección y tutelaje a una garante de derechos.

Promover, respetar, garantizar y proteger los derechos de los niños, niñas y adolescentes constituyen obligaciones transversales de toda la sociedad chilena y todas sus instituciones, es por eso que los invito a sumarse a esta celebración que por estos días vivimos como región y país.

La educación temprana es fundamental y la disponibilidad de instituciones que reciban a menores de dos años y en edad de ir al jardín infantil, permite a las madres del quintil más pobre acceder a trabajos que incrementarán el ingreso familiar y, por ende, paliar la pobreza.

En ese contexto, el anuncio gubernamental de un ambicioso plan de construcción de 4.500 salas cuna y 1.200 jardines infantiles fue bien recibido por el público en general y las madres en particular.

De acuerdo con los datos disponibles, en los países de la Ocde hay 30 por ciento de cobertura para niños de entre cero y dos años; en Chile entre los establecimientos de la Junji y de Integra los cupos son para el 15 por ciento de los niños entre esas edades.

Para este año se ha comprometido habilitar 9.500 cupos para infantes, y 124.000 para 2018. Pero los expertos temen que apenas el 37 por ciento de las nuevas vacantes logre llenarse. De acuerdo con la encuesta Casen 2011, el 82 por ciento de los menores de dos años no van a salas cuna. Además, existe preocupación por el déficit de educadoras y asistentes capacitadas para entregar una atención y formación de calidad en esos recintos.

El Ministerio de Educación reconoció, en julio pasado, que la construcción de jardines y salas cuna está muy retrasada, ya que no tienen capacidad real de ejecutar proyectos porque carecen de institucionalidad para hacerlo. En el caso de Iquique, los problemas incluso tienen relación con los terrenos disponibles.

Otro problema, es que muchas madres desconfían de dejar a cargo de otras personas a sus hijos y prefieren que los cuiden parientes o allegados.

En cambio, la demanda por jardines infantiles a los que acuden niños de entre dos y cuatro años es mayor, y es en este nivel donde los estudios especializados demuestran que es más importante que el infante reciba una adecuada educación y formación de hábitos.

Aun así, una política mal diseñada, que no responda claramente a las necesidades de la población y que no esté bien focalizada, puede ser un error que le imponga al Estado pérdidas millonarias de recursos que se requerirían en otros proyectos más rentables socialmente.