"Usuarios luchan por futuro de la zona franca". Esta frase nos suena conocida y reciente a todos los iquiqueños. Pero se trata de una afirmación que tiene ya 20 años. Fue un titular de portada de La Estrella en 1995.

Especialmente, en la última década, la zona franca de Iquique dio muestras de un progreso y un crecimiento extraordinario. Basta observar la evolución de las ventas de los usuarios y cómo ha venido aumentando el aporte a las comunas.

En la columna pasada hablé sobre la mesa de trabajo que actualmente busca consensuar los montos, de algunas de las tarifas, que se cobran a las empresas que operan bajo los beneficios y franquicias de la zona franca. Ahora vuelvo sobre el tema porque es importante que los habitantes de las regiones del norte sopesen la importancia de este.

Los usuarios velan por los intereses del sistema franco y de todos sus asociados en un tema que es trascendental para la ciudadanía de Iquique y de las dos regiones. Con ocasión de la crisis económica de fines de los noventa y la baja en las ventas de los usuarios que esta produjo, Zofri bajó en un 20% el valor de las tarifas con el fin de apoyar a las empresas del sistema. De ahí que cuando las condiciones económicas son favorables existan razones que justifican subir las tarifas.

Con las tarifas no sólo se financia el funcionamiento de la sociedad administradora sino que principalmente se realizan inversiones, que buscan beneficiar a los usuarios, pero también a sus trabajadores y obviamente hacer cada vez más atractiva la zona franca para sus clientes, habitantes de Tarapacá y Arica Parinacota, de países vecinos y turistas.

Mismas tarifas que en los últimos años han permitido una evolución al alza del aporte del 15% que beneficia directa y anualmente a las 11 comunas de nuestras regiones. En el último ejercicio la Compañía entregó el equivalente al 54% de su utilidad a los municipios de las regiones XV y I, aspecto no menor para el impacto financiero de una empresa, pero habla del espíritu que la vio nacer. Las tarifas son importantes para todos, no sólo para los empresarios y Zofri y, por esta razón, el camino del diálogo debe concluir con acuerdos y consensos que miren al bien común y los ciudadanos.

La Presidenta Michelle Bachelet dio a conocer los pasos que seguirá su administración para concretar uno de sus compromisos de campaña más importantes, y a la vez, desafiantes: el impulso a un proceso constituyente que termine con una nueva Carta Magna para nuestro país.

La iniciativa responde al rechazo -en su palabra- que genera la Constitución de 1980 que hoy rige en Chile, lo que le ha hecho valerse de críticas respecto a su validez y representación por distintos sectores de la sociedad nacional, especialmente políticos y organizaciones ciudadanas.

El proceso constituyente, como también se le ha llamado, está definido por ocho hitos por parte del gobierno, que son la educación cívica constitucional, diálogos ciudadanos, consejo ciudadano de observadores, reforma constitucional, comisión bicameral, convención constituyente mixta, asamblea constituyente y finalmente un plebiscito ciudadano.

La orgánica que se busca dar a esta iniciativa ha sido reconocida como una de sus principales fortalezas, junto con la representatividad que también se persigue. Probablemente ésta sea también una de las principales razones del retraso que tiene un proyecto que fue anunciado en diciembre de 2013 por la entonces candidata Bachelet, para ser presentado durante el primer año de su gobierno en 2014. Las postergaciones se han mantenido, así, hasta hoy.

Parece claro que -en caso de concretarse esta idea- el proceso constituyente no podía ser de otra forma: gradual, participativo, analizado y con una visión de Estado.

Ciertamente quedan dudas de su posible ejecución. El grueso de las transformaciones dependerán del futuro parlamento y ejecutivo; vale decir, perfectamente podrían quedar en nada.

Cambios de este calibre requieren pensar bien qué quiere hacerse, considerando que son las vigas estructurales de la Nación. Por otra parte, con las reformas al texto realizadas por el exPresidente Ricardo Lagos, fue celebrado que teníamos precisamente una nueva Carta Magna. Lamentablemente, hoy falta templanza en los juicios.