La comunidad mapuche en pleno oasis de Pica
Tres son los mapuche que conforman la directiva de la primera agrupación indígena de este tipo en la provincia de El Tamarugal, específicamente en la localidad de Pica, donde hasta ahora se reúnen en el segundo piso de la biblioteca pública, en el salón donde además funciona el Concejo Municipal de la comuna.
Rigoberto Loncomilla, es el presidente de la agrupación, llegó desde Frutillar hace diez años y asegura que esta asociación es la agrupación mapuche "más al norte de Chile".
"La creamos para reunir a todos los hermanos que están dispersos en la pampa del Tamarugal y que están muy solos sin saber cuáles son sus derechos y deberes. Nosotros queremos canalizar, a través de los entes del Estado, y encontrar una forma de vida en comunidad, lejos de nuestra tierra, por supuesto", relata el dirigente indígena piqueño.
Loncomilla cuenta que los mapuche de Pica han llegado a la zona emigrando desde el sur por problemas de trabajo, así como "por las malas condiciones que los gobiernos han generado". Aquí en Tarapacá muchos de ellos trabajan en el área agrícola y ganadera, aunque también desempeñan una diversidad de labores.
Actualmente, la agrupación está conformada por 33 familias, lo que representa a cerca de cien personas en total. Aunque Loncomilla cree que hay más de mil en la región, quienes no tienen voz ante los problemas que pudieran aquejarlos.
Lo mismo piensa la tesorera de la asociación, Mercedes Sotomayor, quien llegó a Pica desde Valdivia hace 35 años, formando familia en la región nortina. "En cada esquina de nuestro país Chile están los mapuche", expresa la dirigenta.
"Algunos no se dan a conocer por el qué dirán. Somos más hermanos en el norte, pero algunos se resguardan por temor a la discriminación. A algunos todavía les cuesta, sobre todo a los jóvenes de hoy que son hijos de mapuche, pero por eso nos estamos formalizando, para dar a conocer nuestras raíces y cultura, de dónde somos, de dónde venimos y qué hacemos", remarca Sotomayor, junto con explicar que hasta el día de hoy mantienen sus costumbres, a pesar de la lejanía. Una de éstas, la gastronomía, ejemplificándola con el catuto, un pan que se come tradicionalmente con mermelada. Pero no es el único vínculo.
TRADICIONES
Carlos Paillalef es el secretario de la agrupación indígena mapuche piqueña y actualmente trabaja como programador computacional. Oriundo de Temuco, llegó al norte hace 21 años.
"Queremos potenciar en nuestra comuna varias cosas importantes, como la medicina alternativa que nos gustaría aplicar en el oasis de Pica, paliar enfermedades de nuestros longevos. Pica es un lugar de descanso para ellos. Lo otro es traer un poco desde la Araucanía, los deportes que son fundamentales, como el palín y la chueca. Lo otro es la lengua mapuche. Queremos que nuestras familias la conozcan, entregándole esta enseñanza al pueblo de Pica", reconoce.
Asimismo, Paillalef espera poder incluso replicar el paisaje más austral entre el oasis en medio del desierto, lugar que ya es visto como propio.
"A nosotros nos gusta bastante lo que es la forestación y queremos que nuestra comunidad sea verde, un oasis más verde. Siendo de la Aruacanía el oasis es parte de nuestra familia y parte nuestra también. Queremos ser territorio en nuestro oasis", dice el dirigente en referencia al vergel que rodea la localidad de Pica.
identidad
"A nadie se le había ocurrido hacer una agrupación", dice el presidente de la agrupación Rigoberto Loncomilla, cuya única referencia era la Oficina de Pueblos Originarios de la Municipalidad de Pica, organismo que tiene el compromiso de trabajar con todas las etnias. Y es ahí donde entra el trabajo de la agrupación. "Por muchos años estuvimos muy solos y es por eso que ahora estamos reunidos", cuenta Loncomilla.
Ellos no son los únicos. En Alto Hospicio también existe una agrupación mapuche y los dirigentes de Pica están seguros que en algún momento tendrán que compartir con ellos para generar algo mayor en la comunidad mapuche.
"Tenemos que hacer los nguillatunes , los wetripantus y todo lo que hacemos en el sur. Obviamente tenemos que reunirnos algún día para planificar cosas más en grande, mostrándole al norte que nosotros existimos. Porque en el norte solamente se ven los pueblos andinos y nada se sabe de nosotros, ni que estamos acá, ni que existimos", dice el dirigente, esperanzado en una pronta reunión con sus pares de Hospicio.
De todos modos, la adaptación ha sido clave. La diferencia geográfica y climática influye incluso en la forma de cómo los mapuche realizan sus rituales. "Los ritos se basan en el conocimiento que traemos de allá, porque los lugares son muy diferentes", reconoce el presidente del grupo. Incluso desde la asociación cuentan que ya les tocó celebrar un Machaq Mara, saludo al sol aymará, en lugar de su símil mapuche, el Wetripantu.
Sin embargo, pareciera ser que las diferencias más fuertes no están ni con otros grupos mapuche ni con otros pueblos indígenas, sino con los propios chilenos.
"Hay mucho desconocimento de nuestra etnia. Se basan en la televisión viendo al mapuche quemando camiones y haciendo otro tipo de cosas. Solo es eso lo que ven de nosotros, pero acá si que somos luchadores y vamos a luchar por nuestros objetivos. No daremos pie atrás. Cuando empezamos algo siempre lo terminamos. Queremos tener una comunidad bien completa", concluye Rigoberto Loncomilla. J