Las universidades públicas y privadas apuestan a su desarrollo fortaleciendo la investigación, para que el país aumente sus estándares a nivel mundial.

Las Universidades Regionales, especialmente la Universidad Arturo Prat, aporta a la región más del 80% de su investigación.

La decisión tomada por nuestra institución, de "migrar de una Universidad docente a una de mediana complejidad, fortaleciendo investigación", ha sido un impulso visionario que no ha estado exento de complicaciones pero que ha sido superada con el compromiso de la comunidad.

La investigación es una de la áreas que es evaluada con indicadores concretos, dentro de los cuales se encuentran número de publicaciones científicas indexadas, proyectos adjudicados en el sistema Nacional de Ciencia y Tecnología (CONICYT), numero de doctores activos entre otros, en este aspecto la gestión actual ha invertido recursos propios para aumentar los indicadores antes expuestos que ayudan a los procesos de acreditación y al posicionamiento institucional a nivel local, regional, nacional e internacional.

La investigación normalmente es clasificada en ciencia básica y aplicada, lo anterior deja el entorno propicio para desarrollar innovación y fortalece el emprendimiento, siendo un factor determinante la transferencia del conocimiento. Este modelo no siempre debe ser mirado como un desarrollo lineal sino más bien estar propensos a que pueda ser de manera desarticulada, eso hace que algunos países estén en niveles muy superiores en desarrollo de investigación.

Es importante que la comunidad reconozca que la presencia de la Universidad Arturo Prat, como una entidad pública y estatal que tiene un rol de generar conocimiento y transferirlo a las comunidades.

Los proyectos que desarrolla en el territorio también son un factor que determina el desarrollo regional, con académicos e investigadores que participan activamente en mesas regionales, evaluadores de revistas científicas y con productividad efectiva que nos posiciona en el lugar 12 del ranking de calidad a nivel país.

En 1990 se encendieron por primera vez las luces del reloj del cerro Esmeralda. Para quienes llevan poco tiempo en la ciudad su significado podría no ser relevante, sin embargo para los iquiqueños y para los nortinos en general, éste se transformó en un verdadero ícono.

Quienes llegaban a la ciudad solo debían mirar al cerro para saber la hora y enterarse de las ofertas de Zofri, las que no se conseguían en ninguna parte del país y que muchos comerciantes ofrecían luego en sus negocios en ciudades cercanas en la Región de Antofagasta e incluso Atacama.

En el caso de los iquiqueños, el reloj fue parte de una generación. Los adolescentes lo usaban como referente para no pasarse del horario de permiso que les daban sus padres y también marcaba a quienes se quedaban por largos minutos esperando que el tránsito al salir de Iquique por Alto Hospicio.

Tras 21 años de estar en el inconsciente colectivo dejó de funcionar, convirtiéndose en un recuerdo que genera nostalgia y motivo de más de una conversación acompañada de amigos y café.

Así como sucede con el reloj, la mirada al desarrollo de Iquique parece llevarnos a los cerros, con proyectos como el nuevo acceso a Alto Hospicio y todo lo que involucra el crecimiento de esta joven comuna.

El crecimiento de la región mira hacia a Alto Hospicio, con un sector industrial que se plantea como un desarrollo concreto a corto, mediano y largo plazo.

Muchas familias jóvenes han visto en esta comuna una oportunidad para desarrollarse y es labor de los gobiernos mejorar las condiciones actuales y aportar a que cada día la conurbación que conforma junto a Iquique sea más armónica.

Hoy el recordado reloj podría volver a iluminar el cerro y también recordarnos que detrás de él existe una ciudad, que aunque muchas veces pretende ser olvidada, está más presente que nunca en el futuro de la Región de Tarapacá y de las generaciones que están por venir.