El bien vence siempre
Ayer hemos celebrado en la Iglesia la solemnidad de Cristo Rey. Muchos textos se podría haber escogido para manifestar el poder y la realeza de Cristo; sin embargo la liturgia nos traía el texto el evangelio donde Él está solo, flagelado, coronado de espinas ante Pilato. El reinado de Cristo no es con poder y fuerza de las armas, sino con la fuerza y poder de la verdad.
En el mundo en el cual vivimos, la fuerza se quiere imponer de un lado y de otro, pero tantas veces que la verdad es ocultada. Todos hemos sido estremecidos por lo sucedido en Francia, y no puede ser menos, pero no nos hacen estremecer por idénticos hechos de dolor que suceden en el oriente medio, en África y en tantas formas de injusticia que hay en nuestro mundo. Estemos atentos, despiertos, para saber desenmascarar el mal donde esté y seamos gestores de paz en la verdad como nos enseña Jesús.
Hoy parece que el mal supera con creces al bien. Sin embargo, el bien existe, es una realidad palpable y abundante. Aunque éste no llame la atención, no busque los aplausos o no logre un puesto relevante en los medios, existe y debe ser reconocido.
Es posible que estemos perdiendo la capacidad de sorprendernos y de valorar aquellas "extraordinarias cosas ordinarias" que cada día pasan desapercibidas a causa de la costumbre.
Rabindranath Tagore dice que: "si lloramos por la puesta del sol, las lágrimas nos impedirán ver las estrellas". Y de hecho en nuestra vida existen esas estrellas, esas abundantes maravillas que a veces no logramos descubrir.
Nos lamentamos de los casos en los que los padres maltratan a sus hijos y olvidamos que millones de padres en el mundo se esfuerzan con amor en su trabajo para que no les falte nada.
Resaltamos la indiferencia de muchos jóvenes ante el mal del mundo y olvidamos que existen miles de jóvenes que como voluntarios sirven en muchas partes del mundo.
Aunque el mal haga más ruido, el bien, como la hierba, crece en el silencio de la noche, y por eso no nos dejamos vencer por el temor ni la desesperanza, sino que trabajamos y aportamos al bien y a la verdad. Como seres humanos, somos capaces de las cosas más nobles y de las peores, aportemos con las primeras y estaremos realizando el sueño de Dios y su reino será más visible en nuestro mundo. El bien y la verdad triunfarán, es nuestra confianza.