La histórica visita que realizó el presidente Barack Obama junto a su familia y un grupo de empresarios estadounidenses a Cuba, abre una serie de interrogantes sobre el futuro de lo que pueda acontecer con esta dictadura del caribe latinoamericano.
Una posibilidad latente es que esta apertura sea el comienzo del fin del régimen castrista, que tal como ocurriera en la Unión Soviética con la Glasnost y la Perestroika, las pequeñas libertades que se puedan otorgan de ahora en adelante sirvan de detonante para una reacción política y social que finalmente termine con el régimen.
Otra posibilidad -bastante menos positiva- es que Cuba se transforme en una nueva China, en donde, siguiendo los pasos de la liberación económica emprendida por Deng Xiaoping hacia finales de los setenta (un país, dos sistemas: marxismo en lo político y capitalismo en lo económico), los inversionistas estadounidenses finalmente no hagan más que fortalecer y legitimar a esta dictadura, no abriendo ninguna puerta hacia la democracia.
La última posibilidad es que no pase nada y siga todo tal cual. Algo poco probable.
Es así como Obama, quien no le ha exigido prácticamente nada a Cuba, -aunque todavía es temprano para juzgarlo-, y su futuro sucesor en la Casa Blanca son las piezas claves. Ellos tienen la oportunidad histórica de acabar sin violencia, y utilizando las herramientas del dialogo, acercamiento y sin claudicar en el respeto de los Derechos Humanos, con una de las más simbólicas dictaduras totalitarias que se arrastra desde el siglo XX a la actualidad.
Francisco Javier Tagle,
doctor en Estudios Latinoamericanos
Profesor Facultad de Comunicación, Universidad de los Andes.