Diez años de vendimia en El Tamarugal
Este año se celebró la décima vendimia del llamado "Vino del Desierto". La Universidad Arturo Prat busca que pronto se comercialice.
Recuperar la tradición vitivinícola de Tarapacá es uno de los objetivos del proyecto "Vino del Desierto" que desarrolla la Universidad Arturo Prat en la localidad de Canchones y que ayer realizó su décima vendimia. La primera fue en 2007.
Actualmente, además de la cepa blanca Tamarugal, propia del sector, la iniciativa trabaja las cepas País, Gros Colman (ambas tintas), Ahmeur Bou Ahmeur (rosada) y Torrontés Riojano (blanca).
Sin embargo, para lograr estas cosechas, con las condiciones adversas que tiene el desierto y la pampa, es decir, las altas temperaturas, la radiación solar, la salinidad y la escasez de agua, los investigadores de la Unap partieron desde un sentido histórico: la actividad agrícola y vitivinícola existió entre los pueblos tarapaqueños.
El coordinador del proyecto, el ingeniero agrónomo Marcelo Lanino, explicó que el Departamento de Agricultura del Desierto realizó una prospección de las plantas más antiguas en la región y en ese proceso se lograron recuperar estos productos.
Se buscaron plantas originales para que se adaptaran fácilmente a las condiciones geográficas y climáticas. De hecho, ahí está el posible origen de la cepa Tamarugal: una mutación espontánea que le permitió acostumbrarse a las eventualidades regionales.
Luego de su estudio en Chile, la cepa viajó hasta Europa: Madrid en España y Montpellier en Francia, donde se identificó a la cepa Tamarugal como una especie exclusiva.
Vino TARAPAQUEÑO
En la región se producía vino. Así lo asevera Lanino, producción que se dio en las localidades de Matilla, Pica, Puquio de Núñez y Los Puquios, proceso que iría desde la llegada española en los años 1930.
El historiador Sergio González, explicó por qué desapareció el cultivo de la vid en Tarapacá, detallando tres motivos: la falta de agua, un impuesto y el declive salitrero.
"A comienzos del siglo XX se necesitaba agua para la ciudad de Iquique y se extrajo de la zona, afectando principalmente a la quebrada de Quisma, pero en realidad a todas las napas y eso sin duda tuvo su impacto en la producción de vino, luego se aplicó un impuesto específico al vino de esta zona que no tenía el resto de los vinos nacionales, y el tercero: se empezó a sentir el término del ciclo del salitre y la actividad económica de la región entró en crisis. Todo este proceso es durante la década del 20 y definitivo durante la década del 30", relató el académico y Premio Nacional de Historia.
"Hay en algún momento un intento de protección de la viticultura nacional y una ley que impedía nuevas plantaciones. En los 80 esa ley se derogó porque la orientación ya no solo fue abastecer a Chile, sino al mundo. Ahí el mercado cambió. Y probablemente en su momento el vino llegó a las oficinas salitreras, las que comenzaron un periodo de declive", agregó Lanino, quien recordó que la región tuvo un pasado agrícola importante, el que justamente abastecía a las salitreras.
COMERCIalización
Hasta la vendimia en Tarapacá llegó la División de Semillas del Registro de Variedades Protegidas del Servicio Agrícola y Ganadero de Santiago, organismo donde se inscribió la vid vinífera, primera cepa que se registra. Esto significa que la variedad solo podrá ser trabajada por sus dueños, quienes ya piensan en transarla en el mercado.
"Lo que nos falta para poder comercializar este producto es hacer la iniciación de actividades en el Servicio de Impuestos Internos. Estamos dentro de la estadística chilena con dos hectáreas de cultivo", aseguró Lanino.
"Estamos haciendo los trámites legales y en poco tiempo más el público va a poder disfrutar abiertamente de esta gran exquisitez", adelantó el rector de la Unap, Gustavo Soto.
Eso sí, el vino no sería lo único. También podría comercializarse vinagre, uva de mesa y hasta pasas. Las opciones son varias.
"Probablemente, en su momento, el vino llegó a las oficinas salitreras"
Marcelo Lanino,, coordinador del proyecto, Vino del Desierto.