Desde hace unos años existe el plan de formación de médicos y odontólogos especialistas, quienes tras su etapa de preparación son destinados a hospitales de regiones con escasez sustantiva de profesionales. Sin embargo, la creciente inversión en capital humano no se condice con una disminución de la brecha de especialistas o de la percepción de abandono del estado en áreas específicas.
Lo llamativo es que existiendo una fuerte inversión pública en la formación, estos especialistas al ser integrados a los servicios de salud no son adecuadamente gestionados ni estratégicamente seleccionados, pues no hay coordinación entre el nivel central y las regiones.
Aquí debiera surgir la participación de ellas en la distribución y/o formación de profesionales.
Regiones con universidades de prestigio, con capacidad formadora de especialistas médicos y no médicos, deben aportar como sucede con el "Plan Maule de Formación de Especialistas", ejemplo de descentralización, a pesar de los intentos del Minsal por suspenderlo bajo el fundamento centralista de la inversión pública. Ciudades con historia universitaria deben contribuir a la formación médica y, a su vez, el gestor central debe descentralizar los recursos. Pero ocurre lo contrario: cada vez es más frecuente que los especialistas, al volver a sus destinos, no tengan cupos necesarios, sean enviados a lugares donde no pueden contribuir a la solución de listas de espera o donde no hay planificación de recursos.
Es dolorosa la existencia de estos problemas cuando hay miles de personas que requieren de ellos. La eficiencia en su gestión, las coberturas de sus plazas, la retribución económica justa e incentivadora y la descentralización de la formación deben ser una realidad.
Dr. Luis Castillo,
decano Facultad de Medicina,
U. San Sebastián.