Qué manera de "dar jugo" la NM, tanto ante el Servel como ante la ciudadanía toda, con esto de su fallida "inscripción" de candidaturas pro primarias municipales 2016. No le echen la culpa a ese funcionario "descriteriado" que se negó a recibir "dentro de plazo" -adujo el abogado y ex subsecretario Isidro Solís (PRSD) -, la pertinente documentación, ignorando o pasando por alto la ley, que todos deberían manejar al dedillo, pues legislan y deben aplicarla sin antojadizas y/o erráticas interpretaciones, porque de hacerlo sí ponen en peligro la democracia, que tanto les costó recuperar, "manida cantilena" de "hombres sabios".
Del inciso primero del artículo 13 de la ley Nº 20.640: "el pacto electoral deberá formalizarse ante el director del Servicio Electoral dentro del plazo a que se refiere el artículo 14 y en forma previa a las declaraciones de candidaturas de las elecciones primarias, mediante la presentación de una declaración suscrita por los presidentes y secretarios de los partidos políticos e independientes integrantes del pacto".
¿Por qué ante el director y no ante un funcionario cualquiera del Servel? Porque el director es un ministro de fe, ante quien deben identificarse, firmar y entregar, siendo entonces necesaria la presencia de todos los presidentes y secretarios antes de que expire el plazo. La ausencia en este acto de alguno de estos últimos actores, su firma debería estar autorizada por un notario, que es otro ministro de fe válido. ¡Así de simple!
Si las negociaciones para estas primarias hubiesen estado listas a tiempo y si todos hubiesen estado presentes, no habría pasado lo que ocurrió, y si la presidenta del PS, Isabel Allende, senadora además, llegó diez minutos de vencido el plazo "para firmar", entonces la documentación no estaba conforme a la ley, y ella tiene que y debe asumir su responsabilidad, por mucho que "este descuido suyo" -por decirlo de manera elegante- menoscabe sus aspiraciones presidenciales de 2017. Vocerías de terceros echándole la culpa a otros no hacen más que agravar la suya propia.
Jorge Saavedra Moena