El patiperro vendedor que salva las largas esperas en el camino
Maní salado y confitado, charqui de Chillán y sustancias son los productos que ofrece Rubén Son a los conductores que deben aguardar varias horas en los puntos donde se desarrollan obras viales.
Un sol abrasador, escasa vegetación y algunos vehículos chocados son los únicos protagonistas del trayecto de la Ruta 5 -que conecta Iquique con Arica-, donde casi parece un espejismo que en plena Pampa del Tamarugal aparezca un vendedor en medio del camino para abastecer a los agotados automovilistas que hacen un alto obligado al acercarse a la Cuesta Chiza, donde se inician obras para ensanchar la ruta.
Charqui de Osorno, maní salado y confitado y sustancias son los productos que ofrece a los automovilistas en esta parada. No le va mal y los pasajeros no dudan mucho ante la escasa variedad y se abastecen de maní o charqui, los que servirán para combatir el hambre o el aburrimiento de los minutos de espera.
Porque precisamente Rubén Son se especializa en esos instantes, recorriendo cada puntos del país donde se realice alguna obra o mejoramiento vial que obligue a interrumpir el tránsito por algunas horas, en especial en aquellos parajes alejados de los grandes centros urbanos, donde los pasajeros no tengan mayor alternativa que jugar con el celular, porque quizás ni señal tendrán y se verán obligados a internarse a la pampa para "ir al baño".
Allí estará este vendedor oriundo de San Antonio que se declara feliz con su trabajo. "Antes de estar aquí estuve en Tocopilla porque allí están arreglando el camino que quedó malo por los aluviones. He estado en Caldera, Puerto Montt, ya había estado aquí en las obras de la cuesta Camarones", relata con orgullo sobre su ocupación, que afirma le ha permitido conocer gran parte de nuestra accidentada geografía.
Relata que las mismas empresas que arreglan el camino (personal de Vialidad) le entregan datos sobre dónde se realizan obras de mejoramiento vial, que es donde Rubén se desempeña.
Aunque no se anima a revelar cuánto gana, afirma que debe trabajar menos horas que cuando se encuentra en la ciudad, ya que en breves minutos puede vender toda su mercadería.
"Soy como los mineros trabajo 15 días y de ahí parto a mi casa a ver a mis hijos y a buscar mercadería, me gusta trabajar así", afirma ante la extrañeza de su oficio poco convencional, del cual afirma estar acostumbrado, ya que combina su espíritu patiperro y aventurero con el oficio de vendedor ambulante.
La misma carretera le ha permitido conocer un sinnúmero de personajes como choferes de camión y buses, que se convierten en su compañía cuando anda solo en la carretera, donde solo le basta un lugar donde guarecerse del sol, agua y una cuota de paciencia, para esperar la próxima interrupción del tránsito.
Cuando termina su jornada laboral se dirige a Huara, donde se hizo amigo de otro comerciante ambulante que vende helados, quien lo acompaña en su venta diaria.
Juntos -afirma- son el complemento perfecto, ya que uno ayuda a capear el fuerte calor con el tradicional chocolito o chirimoya alegre, mientras que él entrega aquellos confites o alimentos, que a su juicio son agradables para las largas esperas.
En la región permanecerá lo que tarden las obras en la Cuesta Chiza, cuya fecha de término están proyectadas para agosto de 2017, donde Rubén proyecta una gran cantidad de clientes cautivos, que obligadamente deben atravesar el desierto por este punto.
"Soy como los mineros, trabajo 15 días y de ahí parto a mi casa"
Rubén Son,, comerciante ambulante del camino.