La intensa labor de una intérprete de lengua de señas
La traductora Katherine Araya cuenta con la certificación de la Organización de jóvenes y adultos sordos de Iquique (Ojasi) y lucha por la integración.
Lorena Méndez Jara - La Estrella de Iquique
Vestida con atuendo de color negro, y no precisamente por un duelo, sino porque la ropa de este color también caracteriza a los intérpretes del lenguaje de señas, Katherine Araya, es la voz de las personas que tienen discapacidad auditiva y se comunican a través de este lenguaje, además de ser la única intérprete de señas que cuenta con la certificación de la Organización de jóvenes y adultos sordos de Iquique (Ojasi) para la realización de esta labor.
Es docente de educación diferencial de profesión, pero desde el año 2009 decidió interiorizarse más sobre el lenguaje de señas, iniciativa que comenzó a concretar en la ciudad de Calama, donde asistía a cursos de lengua de señas impartidos por instructores sordos, quienes la instruyeron desde el nivel 1 hasta finalizar en el 5, y que al término de este curso pudo interiorizarse en el trabajo que realizan en la comunidad de sordos en dicha ciudad.
"Lo más importante es tener la confianza de las personas sordas, porque uno termina siendo la voz de ellos, uno como interpreta en lengua de señas, también interpreta en la articulación de la voz para manifestar sus intenciones, además de participar activamente de las comunidades de sordos, donde está la lengua de señas ahí en constante aprendizaje. Si uno no participa de estas comunidades se empieza a quedar atrás y no conoces los nuevos vocabularios. No conoces las nuevas luchas que tienen los sordos", explica la intérprete de señas.
En su labor como intérprete ha tenido la oportunidad de conocer e interiorizarse en la vida de las personas sordas, de quienes cuenta que son muy buenos amigos, personas comprometidas con la amistad y que día a día luchan por la inclusión en la sociedad.
En relación a la inclusión, las personas sordas también tienen derecho al acceso a la educación, a la justicia, a la salud, a la educación. Sin embargo, no siempre es posible que puedan acceder a todos los servicios debido a que en estos momentos las instituciones públicas no cuentan con personal que maneje el lenguaje de señas que puedan orientar a los usuarios sordos.
"Yo los acompaño cada vez que puedo, en la medida de lo posible trato de ir, tengo una familia con niños chiquititos y durante este tiempo no he podido asistir a todas las actividades, pero intento acompañarlos en lo que más me necesiten", cuenta Katherine Araya.
La traductora del lenguaje de señas se refiere a este tipo de comunicación como un idioma, el cual todos pueden aprender explicando que "es responsabilidad de cada uno de nosotros no obligar a ellos que escuchen, sino que nosotros debemos aprender una segunda lengua para comunicarnos".