Ventarrón revela el abandono de las caletas al norte de Pisagua
Habitantes tienen severos problemas de conectividad, no cuentan con agua y no pueden recibir ayuda estatal.
"Lo que más pena me dio es que no vino nadie a preguntar ¿cómo están?, no importa que no nos vinieran a dejar nada, pero decir ¿les pasó algo a los niños?", señala Pasionaria Castillo, recolectora de algas de Punta Colorada, una caleta ubicada al norte de Pisagua, quien sufrió la destrucción de su ruco, tras el temporal de viento del pasado 8 de julio.
Para protegerse de la voladura de techumbres y paneles se resguardó en un vehículo abandonado, que se convirtió en su hogar por varios días.
Otros 40 vecinos vivieron lo mismo y como pueden reconstruyen sus hogares, que si antes eran modestos, ahora son más precarios ya que utilizan lo que rescataron del ventarrón.
La Estrella de Iquique recogió sus testimonios al visitar Caleta Chica, a la que prácticamente solo se accede por mar, gracias a un operativo de la Armada que trasladó agua y víveres en la misilera Angamos que fueron reunidos por la Fundación Levantemos Chile.
En este lugar habitan otras 12 familias en débiles estructuras de madera o malla rachel que fueron arrasadas por el viento, las cuales al tratarse de ocupaciones irregulares no pueden acceder a ayuda gubernamental, según explicó la semana pasada la seremi de Desarrollo Social.
"Dicen que estamos en situación de toma, en Hospicio y Arica hay tomas y mínimo una vez a la semana les llevan agua, acá jamás nos han traído un vaso de agua", cuestiona enérgica Karem Moya, pescadora de Punta Colorada, quien perdió su vivienda y su embarcación con el temporal. "El día del viento me metí en un ropero con mi guagua para que no nos pasara nada. Nuestro bote quedó malo con el terremoto, pero esto terminó por destruirlo porque se soltaron las amarras, el agua que teníamos se contaminó con basura, teníamos que hervirla como dos veces para tomarla", afirma molesta, agregando que tras la emergencia de 2014 golpeó muchas puertas y nunca recibió ayuda.
Mientras la pobladora se desahoga, Scarleth Castillo de 17 años e hija de Pasionaria interrumpe la conversación con una reflexión: "No todos tienen en la vida un trabajo o la oportunidad de estudiar para comprar una casa y hay personas que llevan 15 años viviendo acá, es un ruco, pero es su casa, yo creo que todos somos humanos y tenemos derecho a una vivienda digna".
"No vino nadie a preguntar ¿cómo están?... ¿les pasó algo a los niños?.
Pasionaria Castillo, alguera
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