El eterno silencio de 37 años que acompaña a Olivia Villalobos
La vida de una persona con discapacidad auditiva es vista generalmente desde lejos. Sólo quienes conocen esta realidad aprenden la importancia de comprender a quienes no pueden escucharnos.
Alas 11.45 de la mañana la playa Bellavista, en El Morro, recibe las miles de olas que se anunciaron en las marejadas. El sonido del mar se escucha en Baquedano a varias cuadras, mientras voy bajando la calle Zegers camino a la Intendencia Regional.
Reviso mi WhatsApp y tengo un nuevo mensaje donde me confirman que Olivia Villalobos está justo en la Intendencia entregando una autorización para la marcha por el Día Nacional de las personas sordas que será hoy y que partirá a las 10 horas desde el Colegio Inglés.
Mientras Olivia entrega el documento, la busco entre la gente y casi a la sorpresa la encuentro hablando en lengua de señas con Katherine Araya. El primer momento fue incómodo porque al tratar de preguntar por ella, no sabía cómo hacerlo.
La primera barrera me puso a pensar mil cosas, porque cuando estás acostumbrado a simplemente abrir tu boca y que los sonidos salgan para expresar lo que piensas, es muy sencillo comunicarte. Pero ¿qué pasa cuando naces con sordera profunda?
Para mi suerte Olivia estaba acompañada de Katherine, quien interpretó sus señas en la primera hora que estuve junto a esta mujer de 37 años que actualmente se desempeña como profesora de lengua de señas.
Olivia tiene su cabello tenido con colores claros y unos lentes de sol se enganchan en su cabeza, lleva puesta ropa deportiva y a su espalda una mochila. Su celular, que revisa con mucha atención, combina con el color de su ropa.
En otra voz
En la voz de Katherine escuché las palabras de Olivia, quien me contó que descubrió la lengua de señas cuando tenía 14 años.
"Yo soy sorda profunda", comienza a decir Olivia, pero hace las señales de forma tan rápida que Katherine la interrumpe y le dice que le avise que ya comenzó a contar, entonces ambas hacen una pausa entre risas y continúan su charla.
Si bien Olivia me está contando a mí, el hecho de no poder entender sus señas hace que me sienta ajena a la conversación.
"Mi nombre es Olivia Villalobos. Yo nací sorda profunda pero en mi familia todos son oyentes. Desde que nací mi familia nunca utilizó la lengua de señas para comunicarse conmigo, siempre fue oral hasta los 14 años", recordó Olivia.
Esa fue la primera vez que tuvo contacto con otra persona con discapacidad auditiva y se dio cuenta que comunicarse con su familia era muy difícil, pero que con otra persona igual a ella no.
Olivia, a través de la voz de Katherine, me describió cómo fue su proceso de aprendizaje y ese encuentro con un nuevo mundo de posibilidades que a sus 14 años no había descubierto.
"Actualmente soy la presidenta de la Organización de jóvenes y adultos sordos de Iquique (Ojasi). Tiene 19 años y durante todo este tiempo no ha sido fácil porque hemos tenido que luchar contra la sociedad para tener más acceso", manifiesta.
Es hora de despedirnos de Katherine, pues ella debe atender sus asuntos y yo, un poco nerviosa le explico a Olivia que sólo observaré cómo realiza sus actividades diarias.
Conocer esta realidad no es tan sencillo como pasar unas horas junto a Olivia porque su vida gira en torno a llevar siempre papel y lápiz en su mochila, así como tener en modo vibración su celular.
Un simple trámite
Salimos del edificio de la Intendencia y Olivia me comienza a explicar en señas y modulando las palabras que debe ir ahora a la Primera Comisaría a presentar la autorización de la marcha.
Bajamos la calle O'Higgins y luego de una corta espera, Olivia es atendida. Lo primero que ella hace es explicarle a la carabinera que es sorda. Para ello señala su oreja y hace un gesto de no.
La escena que viene a continuación la vimos en otros lugares a donde fuimos. Supongo que para Olivia es común, pero a mí me resultó angustiante.
La oficial usa su mano para hacerle una seña de que es poco el tiempo de espera y Olivia me explica que esto siempre le pasa, pero que en la comisaría hay un carabinero que sí entiende lengua de señas y que espera que lo llamen.
Sin embargo, llegó su turno y la oficial automáticamente le entrega un papel y un lápiz, mientras Olivia intenta explicarle lentamente lo que necesita la oficial amablemente le pide que anote.
El trámite fue rápido luego que Olivia escribiera que debía entregar el papel y que eran dos copias. Salimos de la Primera Comisaría y pasamos a Fonasa, para comprar un bono.
Olivia solicita información sobre dónde adquirirlo y le indican que debe anotar su RUT para ser atendida. Lamentablemente no es comprendida porque ella quería comprar un bono y le dieron número para ser atendida por un funcionario.
En señas y gesticulando me cuenta que siempre la pasa esto y que una vez esperó por dos horas, para luego enterarse que debía hacer otra fila.
Ella me dice que esto pasa más que nada en los servicios públicos, pero que se le hace súper fácil ir a la peluquería o ir a comprar ropa.
Para comprobar esto fuimos a la calle Vivar y entramos a dos lugares donde venden ropa. El primero fue una feria. Allí Olivia consultó por una chaqueta de color negro.
La vendedora la mira de forma extraña cuando ella le dice que es sorda y con su mano le dice que vale $8 mil pesos y que no hay de color negro.
Hecha esta primera consulta, Olivia va a una tienda y al consultar por un pantalón talla 36 le responden si necesita la boleta para cambiarlo.
Nos miramos y ella se ríe y explica a su manera que necesita otra talla, no una boleta. La chica le busca el pantalón por un rato y luego le dice que no hay.
Luego de esto pasamos a la farmacia y allí Olivia tuvo que escribir lo que necesitaba pues la vendedora no le entendía.
Entendidos
Seguimos el camino hasta un local donde trabaja José Díaz, un chico que nació sordo y quien está acompañado de Carolina Pacheco. Junto a Olivia sonríen y comienzan a hablar en lengua de señas y en pocos minutos llega Mariela Burgos.
Allí yo me sentí sorda, pues no les entendía mientras que ellos disfrutaban de una grata conversación. Es su mundo y creo que todos deberíamos aprender. Ellos respetaron que yo no los entendiera del todo y me explicaron de forma lenta parte de su vida.
Es momento de despedirnos. Olivia me abraza muy fuerte y me da las gracias. Yo le devuelvo el saludo ya que aprendí a dar las gracias en lengua de señas y siento una gran satisfacción luego de conocerlos y escribir esta nota.
"Mi nombre es Olivia Villalobos. Yo nací sorda profunda".
Olivia Villalobos,
profesora de lengua de señas."
"Actualmente soy la presidenta de la Organización de jóvenes y adultos sordos de Iquique (Ojasi).
Olivia Villalobos,
profesora de lengua de señas."