La denigrante espera de quienes buscan una mejor vida en Iquique
Durmiendo con cartones cientos de migrantes pasan la noche a la espera de ser atendidos al día siguiente. La mayor cantidad de personas van de lunes para martes y de miércoles para jueves solo para obtener información sobre su situación.
Son más de las 22 horas y al llegar a la esquina de Serrano con Obispo Labbé la larga fila me sorprende: ciento de personas llegaron mucho antes para tomar un número con el que podrán tener acceso a hacer trámites en el Departamento de Extranjera de Tarapacá.
El escenario es el siguiente: gente durmiendo en el piso sobre cartones, cubiertos con chaquetas o plumones. La acera se convierte en una extensa galería de familias que van completas. Hay niños jugando en bicicleta o acostados en coches. También hay otros jóvenes que están cenando o tomando té, mirando su celular o conversando con el compañero de al lado.
Sigo caminando buscando el final de la fila pero ésta parece interminable ya que cruza en la esquina de San Martín y baja hasta casi llegar a Ramírez. Allí conseguí un espacio y consulté quién era el último. Un adulto mayor de nacionalidad boliviana me responde que es él y se ríe cuando le digo que ya no es el último.
"Parece que están dando números pero yo no sé quién será. Creo que hay que ir a preguntar allá adelante y ver quién está llevando la cuenta. Me dijeron que iban por el 130", dice otro joven más adelante cuando le consulto si estando tan lejos de la puerta principal conseguiremos tomar número y ser atendidos al día siguiente, o sea, el miércoles.
Esperanza
"La esperanza es lo último que se pierde" murmura un joven desde atrás y la fila comienza a avanzar mientras otras personas se suman. Ahora llegan hasta la esquina de Ramírez y, según me cuentan, lo normal es que por estas fechas, todos los lunes y miércoles, la cola de la vuelta entera a la cuadra hasta llegar nuevamente a Serrano e incluso hay personas que quedan bordeando esta fila.
En tanto, una vendedora de comida ofrece en una pequeña mesa improvisada tiene ofertas en té, café o chocolate, así como panes con diversos rellenos. A ella le compran y sus productos se suman a otros ambulantes que pasan vendiendo empanadas o colaciones.
Códigos nocturnos
Hay pequeños códigos. Por un lado no se pueden instalar a dormir frente al club nocturno Acrópolis hasta que no estén apagadas las luces de su frontis y, por el otro, se debe respetar la numeración por lo menos hasta el amanecer.
Mientras la noche sigue corriendo, un pintoresco personaje aparece vendiendo camas de dos plazas o plaza y media según el bolsillo del cliente.
Se trata de un pseudo mercader que arrastra unas seis cajas de cartón, de varios tamaños. Va vestido con chaleco a rayas y un pantalón desgastado. Lleva un banano y hace sonar las monedas que tiene adentro.
"¡CamasRosen! !Aprovechen la oferta! !Tenemos para todos los gustos!" grita y las risas se escuchan entre los extranjeros que se contagian con el triste chiste.
Le pregunto cuánto vale un cartón y me dice "lo que sea su cariño sobre los dos mil pesos" y las risas nuevamente se escuchan. Entonces le consulto cuánto ha ganado en esta noche y cuenta "Llevo unos 14 mil pesos... ¡a dónde! Si los peruanos y bolivianos son bien tacaños. Más bien los colombianos sí me dan un poco más". Todos nos reímos y el vendedor continúa su caminata.
La música de Noche de Brujas anima a lo lejos a los que esperan en la fila y luego se escuchan otros éxitos del verano pasado. En el otro bar unos animados hinchas celebran el triunfo de Colo Colo ante la UC. Salen bailando con cánticos y se van buscando una botillería en El Morro.
Entre las historias que se escuchan varias coinciden en que vale la pena hacer la fila desde la noche anterior ya que viajarán en navidad y necesitan saber si ya les llegó el carnet o si necesitan una prórroga en su trámite.
Una mujer camina tratando de consolar a su pequeño bebé, mientras su hija mayor le sostiene el bolso. Se intercambian al pequeño y la mamá acepta que le tomemos una foto para graficar a una de las tantas madres que pasan la noche con sus bebés haciendo fila.
El primero
Fui a consultar al primero de la fila cómo hizo para estar en ese lugar. Me explica: yo vine hoy miércoles a las 10 de la mañana y no estaba abierto. Así que me quedé y no había nadie más. Por eso soy el número uno.
Su preparación consistió en traer una mochila, una bebida de tres litros sabor limón y "una muñeca inflable", confiesa con picardía. Me despido deseándoles buena suerte y a lo lejos se escucha: parece que no le gustó hacer fila.
A la mañana siguiente, o sea, el jueves regresé pasadas las 10 horas. Casi 12 horas después la señora que se tomó la foto estaba cerca de la entrada y me relata que está segura que entrará porque ya pasaron 200 personas y serán 300.
Pero la suerte no estuvo de lado de quien al principio dijo "la esperanza es lo último que se pierde".
Me lo encuentro casi al subirse a un colectivo y me dice con mucha tristeza que su trámite se hace los días miércoles. "Me duele mucho la espalda. No pude hacer nada porque hoy no me tocaba, así que vendré la otra semana", cierra.
"Parece que están dando números pero yo no sé quién será. Creo que hay que ir a preguntar allá adelante".
Ciudadano boliviano,
sobre cómo se organiza la fila"
"Me duele mucho la espalda. No pude hacer nada porque hoy no me tocaba....vendré la otra semana".
Ciudadano boliviano,, sobre su trámite."