Camila Espinoza López - Medios Regionales
Se acercan las celebraciones de fin de año y, con éstas, los clásicos discursos. Graduaciones, fiestas de empresas, incluso una cena familiar, se convierten en el escenario para que un "maestro de ceremonias" tenga que entregar un mensaje ante una barra que grita: "¡Qué hable, qué hable!".
Esta experiencia puede resultar terrible para quienes no pueden lidiar con el temor a hablar en público, especialmente cuando se debe improvisar.
"Es normal cierto nerviosismo antes de hablar en público. Indicadores de una dificultad más seria son romper en llanto frente a la situación, quedarse paralizado y no lograr hablar en absoluto, enfermar y no poder realizar la actividad o, en casos más graves, desarrollar una crisis de pánico ante la idea de hablar en público", dice Karen Repetur, psicóloga clínica del Centro de Especialidades Psiquiátricas y Psicológicas.
La académica de la Universidad Andrés Bello comenta que, en estos casos, "lo más importante es la confianza que tenga la persona en sí misma y el tomar perspectiva del asunto, es decir, tener claro que es sólo un discurso y no se va la vida o algo irreparable en el desempeño que se tenga en esto".
No es tan terrible
Walter Kühne Covarrubias, psicólogo y director de la Sociedad Chilena de Psicología Clínica, recalca que "hay que descatastrofizar la situación".
"Uno de los pensamiento habituales asociados a este tema es el de quedar en ridículo o como un tonto. La amenaza de hablar en público es nuestra imagen ante los demás. Entonces, se debe aceptar la consecuencia temida como algo que no es tan terrible y que se puede superar", dice el experto.
El Jefe de la Unidad de Promoción de la Salud Psicológica de la Universidad de Santiago agrega que todos, alguna vez en la vida, "haremos el ridículo".
Prepararse
Otra sugerencia es no improvisar y prepararse adecuadamente para hacer un discurso.
"Tengo que saber lo que voy a decir. En ocasiones, es completamente normal y muy útil tener escrito lo que uno quiere decir. Y simplemente se lee", indica el especialista.
Para este tipo de desafíos, ayuda ensayar lo que se pretende comunicar. "Si lo escribió en un papel, léalo en voz alta varias veces y cambie las palabras que le parezcan rebuscadas o difíciles de decir", comenta el director de la Sociedad Chilena de Psicología Clínica.
Concentración
El experto también se refiere a qué hacer cuando se inicia el discurso: "Centrarse en el presente. Mientras se da el discurso, hay que pensar sólo en lo que se está diciendo. No hay que pensar en lo que va a pasar después, no hay que adivinar lo que pueden estar pensando los demás".
Kühne señala que "tampoco hay que evaluarse a uno mismo en el momento, pensando: ¿Se entiende lo que digo? ¿Modulo bien? Sólo hay que pensar en el tema que se habla".
El especialista aconseja que, al exponer, la persona fije su atención en quienes lo están escuchando y no en los distraídos. Además, señala que mientras más veces se hable en público, más fácil será hacerlo.
No ser zombi
Lucy Kellaway, en su columna del diario británico Financial Times, comenta que para el "pánico escénico" se suele recomendar dormir bien el día previo, lo que resulta prácticamente imposible cuando se está nervioso.
Algunas personas optan por tomar pastillas o medicamentos para lograr dormir, pero Kellaway, por experiencia propia, indica: "Estar destrozado es mejor que parecer un zombi".
"Mientras se da el discurso, hay que pensar sólo en lo que se está diciendo. No hay que pensar en lo que va a pasar después".
Walter Kúhne, director de la Sociedad Chilena de Psicología Clínica."