La radiografía a los resultados de la educación en Tarapacá
Según un informe de la Unap, en los últimos 10 años, la región nunca ha alcanzado los 500 puntos en promedio PSU. Expertos analizan los factores de esto, en tanto seremi entrega soluciones aunque reconoce que leyes no generan cambios.
"Yo quería ir a estudiar fuera de Iquique y el compromiso que hice con mi mamá es que salía (de la ciudad) solo si sacaba puntaje nacional, así que estaba obligado". De esta forma José Carlos Fuentealba (21) resume la motivación que lo llevó el 2013 a lograr puntaje nacional en matemáticas en el Prueba de Selección Universitaria (PSU), algo que lo convirtió en el último estudiante de la región que alcanzó los ansiados 850 puntos.
Desde la mirada de este joven iquiqueño, quien hoy estudia Ingeniería Civil en Matemática en la Universidad Federico Santa María (Valparaíso), la receta es no conformarse con los contenidos que brinda el colegio sino prepararse por iniciativa propia, aunque reconoce que los docentes juegan un rol fundamental.
La PSU, a diferencia de otras evaluaciones en educación, ofrece resultados que dan cuenta del nivel de formación y conocimientos que los alumnos alcanzaron desde que ingresaron al sistema educativo.
Un reciente informe elaborado por la Universidad Arturo Prat (Unap) entrega una radiografía en torno a los resultados alcanzados con esta evaluación en los últimos 10 años.
El panorama no es muy auspicioso. Entre 2006 y 2016 el puntaje promedio alcanzado por la región en la PSU se mantuvo sobre los 457 puntos y por debajo de los 490, algo que se comprueba solo con observar el resultado del año pasado cuando Tarapacá obtuvo 481,73.
Tres factores
Pero ¿por qué Tarapacá mantiene esta constante?. Para el doctor en ciencias de la educación Jaime Retamal esto tiene sus raíces en el deterioro de la calidad de la educación y un currículum que, en Chile, abarca demasiados contenidos que no alcanzan a ser desarrollados en las jornadas escolares pero que sí son incluidos en la PSU.
A ello suma la aplicación de técnicas de enseñanza "muchas de las cuales están atrapadas en didácticas y metodologías del pasado y no están actualizadas con los nuevos desafíos que tiene el aprendizaje en el siglo XXI", asegura.
Aunque recalca que este problema no es exclusivo de Tarapacá, ya que en otras regiones del país también se replican los bajos promedios con excepción de la Metropolitana que supera los 500 puntos, Rematal dice que es necesario que todos los actores involucrados en la educación local se reúnan y analicen a fondo el por qué de esta tendencia y planteen soluciones que a corto plazo lleven a mejorar estos resultados.
Eso sí, fue claro en señalar que, desde su punto de vista, no se debe responsabilizar de los bajos puntajes solo al capital cultural de los estudiantes y a la disciplina académica de estos. "Ese tipo de prejuicios es simplemente un mito porque el problema debe ser atacado en términos sistémicos", remarca el académico de la Universidad de Santiago de Chile.
Realidad vs. oportunidad
Cuatrocientos cincuenta es el puntaje promedio mínimo que se exige como requisito para la postulación a universidades como Arturo Prat y Tarapacá, en el caso de la región. En los últimos 10 años, entre el 54 y 67% de los jóvenes que rindieron esta prueba en la Primera Región lograron un promedio de 450 puntos o más, es decir, que hasta un 33% quedó sin posibilidad para optar por una carrera universitaria en estas y otras casas de estudios.
"Esto dificulta el acceso (a la educación superior) de un gran número de estudiantes porque gran parte de las universidades que se someten al sistema único de admisión tienen puntajes (ponderados mínimos) de corte que son superiores a 450 puntos. Lo normal es que estén aumentando su grado de selectividad y poniendo puntajes mayores", indica Juan Vallejo, director general de Planificación y Desarrollo de la Unap, quien estuvo a cargo del informe sobre PSU.
En torno a esta realidad, el académico explica que aquellos estudiantes que ingresan a la universidad con puntajes mínimos o postulan a una determinada carrera no por vocación sino en función a las alternativas que tuvo con su promedio, tienen mayor riesgo de frustración.
Y es que, según indica, durante el primer año de estudios es cuando estos jóvenes dejan la universidad o migran de carrera. Por ejemplo, en la Unap durante el 2015 se tuvo una deserción del 23% y una retención del 77% (cantidad de alumnos que se volvieron a matricular el segundo año).
Pero si de oportunidades para el acceso a la universidad se trata, la realidad es más dramática para los estudiantes de las comunas rurales cuyo promedio está por debajo del mínimo al alcanzar entre los 403 y 436; mientras que los de Iquique y Hospicio logran entre 464 y 478.
En este punto el magíster en psicodidáctica de la Unap, Juan Cerda, cree que "más importante que cómo lleguen (a la universidad) es cómo hacemos para hacer de ellos profesionales de calidad". Esto, en referencia al desafío que deben cumplir las casas superiores de estudios para, a través de programas de inducción o acompañamiento, nivelar los conocimientos que requieren los alumnos para poder desenvolverse sin problemas durante su formación profesional.
Mayor estabilidad
Al observar estas brechas, nuevamente surge la interrogante sobre los motivos de esta realidad.
El director del Centro para la Transformación Educativa (Centre) de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Ernesto Treviño, plantea que esto es resultado de una simbiosis entre la calidad de la educación que reciben los alumnos y las características sociales, económicas y cultural de estos.
"La evidencia internacional lo que nos muestra es que los estudiantes con desventajas sociales que participan en escuelas con buenos profesores, donde se realizan buenas practicas de enseñanza, consistentes a lo largo de la trayectoria, alcanzan niveles destacados de rendimiento académico", recalca.
Desde su perspectiva, la solución para el problema que afronta la región en cuanto a resultados académicos se puede contrarrestar tratando las dificultades de los estudiantes en el momento y asegurando así trayectorias positivas de rendimiento. Para esto y para que se consolide la calidad en la educación es necesario: mejores escuelas con líderes educativos consolidados que permanezcan el mayor tiempo y mayor estabilidad de la planta docente.
"La calidad de la educación se trabaja a nivel de escuela y es algo que toma mucho tiempo en desarrollarse y nosotros sabemos que en general que el 40 por ciento de los profesores cambia de escuela año con año y eso es una pérdida muy fuerte de conocimientos y afiatamiento", subraya.
Desafíos de reforma
Más allá de los bajos resultados que son abordados desde distintos puntos de vista por los especialistas en la materia, el seremi de Educación, Francisco Prieto, dice confiar que este "círculo negativo de resultados" se revertirá con la Reforma Educativa que partió el 1 de marzo del año pasado con la implementación de la Ley de Inclusión que otorga mayores fondos a los sostenedores para ejecutar planes educativos de mejora.
Junto con esto, la autoridad regional explica que también está la Ley de Desarrollo Profesional que a partir de julio de este año incrementará en un 28% la renta básica de los docentes además de ofrecer capacitaciones permanentes. A esto se suma la reducción de horas destinadas para el dictado de clases y aumento de aquellas para que se emplean para su preparación.
Con estas y otras iniciativas que contempla tal reforma, Prieto cree que se podrán generar mejoras aunque reconoce que "los cambios en educación son lentos". Y aquello que lo mantiene optimista son resultados como el alcanzando por Carlos Antio, del Liceo Domingo Santa María, quien en la última PSU obtuvo 783 puntos en ciencias.
Sin embargo, pese a todas las iniciativas que enumera y que impulsa el actual Gobierno, el seremi afirma que las mejoras se gestan en las escuelas con los docentes y sostenedores pues es consciente de que "las leyes no cambian los resultados ni producen mejoras".
"Las leyes no cambian resultados ni producen mejoras
Francisco Prieto, seremi."
En resumen
Promedio PSU de la región no alcanza los 500 puntos
En los últimos 10 años, la Primera Región obtuvo promedios PSU que estuvieron sobre los 475 puntos y por debajo de los 490, es decir, que en todo este periodo de tiempo no alcanzó 500 puntos.
La voz de los expertos
"Los colegios no alcanzan a revisar todo lo que el currículum exige, y la PSU a veces exige mucho más de lo que ven".
Jaime Retama, magíster en ciencias de la educación."
"El 40% de profesores cambia de escuela año con año y eso es una pérdida muy fuerte de conocimientos".
Ernesto Treviño, director Centre UC."
En cinco años solo hubo dos puntajes nacionales
Entre el 2012 y el 2016, la región de Tarapacá solo hubo dos puntajes nacionales. Estos fueron José Fuentealba quien el 2013 logró 850 puntos en matemática, y Christian Robles quien obtuvo el máximo puntaje en ciencias.
"En muchos colegios todavía priman las metodologías basadas en el sistema de repetición".
Juan Cerda, magíster en psicodidáctica."
"El nivel de escolaridad de los padres es un elemento influyente en los resultados de los estudiantes".
Juan Vallejo, director de Planificación y Desarrollo Unap."
23% deserción tuvo la Universidad Arturo Prat durante el año académico 2015. La retención de estos alcanzó el 77 por ciento.
44 mil 369 jóvenes de la región rindieron la PSU en los últimos 10 años, solo en el 2016 fueron un total de 4.505 estudiantes quienes dieron la evaluación.