Un sabroso recorrido por el barrio El Morro
Existen picadas imperdibles en el corazón del casco antiguo de Iquique.
Uno de los barrios más populares de la ciudad es El Morro. Su historia se teje entre el mar, debido a que en sus inicios era un barrio de pescadores, y entre la calle Aníbal Pinto. Hoy se encuentra algo olvidado por los iquiqueños que no son morrinos, porque de esos casi ya no quedan, a pesar de las anécdotas que allí se vivieron.
Sin embargo, aún hay historia por crear en el barrio, o eso es lo que tratan de hacer los emprendedores Ángeles Matráz y el morrino Ernesto Devia, quienes son dueños de La Cucarda Morrina, restaurant que recibe su nombre por el árbol que está en el jardín de la casa y que fue plantado por los abuelos de Ernesto muchos años atrás. Sirven comida casera y alfajores de pica "Carlitos", otra tradición más de la familia.
Con una decoración que hace resaltar instrumentos y cuadros antiguos, dicen que "tratamos de rescatar la cocina de la abuela, lo que comíamos cuando chicos. No es fácil, pero afortunadamente hemos tenido una muy buena respuesta de nuestros clientes quienes se quedan para siempre". El plato estrella es el pastel de choclo, aunque el guiso de cochayuyo le hace competencia. Los precios oscilan entre los $3 mil a los $8 mil.
Perdido en el barrio es conocido por los morrinos y por alguno que otro iquiqueño el restaurante Chimán, que debe su nombre a su dueño, Chimán Chang, quien se dispone a celebrar junto a la comunidad morrina y por quinto año consecutivo, el año nuevo chino.
"El año 2007 un amigo se aburrió del local y me lo pasó con harta facilidad. Ofrezco típica comida china cantonesa antigua los fines de semana y menú el resto de los días". El orgullo de Chimán es la tortilla fu yung, el chancho agridulce, la cabrilla ahogada y el pejesapo al vapor.
"Los valores son módicos. El menú semanal es de $2.500 y los fines de semana entre $3.500 a $5 mil", comenta.
Boeing 159 se ubica en el lugar donde antes estaba una agencia de viajes. Lo decoran carteles de lata tipo vintage, manteles con flores, banderas chilenas y hace 18 años sirven menú. Se ha convertido en un clásico del barrio. Los lunes son infaltables los porotos, el martes van las pantrucas, los miércoles tocan guatitas a la jardinera, el jueves es el día del caldillo y los viernes sirven la cazuela de ave y papas a la huancaína. También dan desayuno, pues está abierto desde las 9 hasta las 16.30 horas. "Los sábados abrimos pero no viene mucha gente, solo los vecinos, y el domingo cerramos", cuenta la cocinera a cargo Verónica Arteaga. Los precios oscilan entre los $2.200 y $3 mil.
Otros recomendables del barrio son El Wagon, el bar The Clinic y el restaurante de origen peruano Ajo y Ají.