Oremos
Durante esta semana un grupo de senadores decidirá sobre el proyecto de ley que despenaliza el aborto en tres casos, así se llama, pero sabemos que es abrir las puertas a la legalización total del aborto.
La comunidad de Iglesia ha hecho oír su voz de distintas formas, fieles laicos realizaron distintos tipos de protesta pacífica y también la voz de la Iglesia ha sido escuchada, aunque no siempre con la atención debida, en las instancias del congreso nacional.
Lo que ha hecho la Iglesia, no es otra cosa que mantener su enseñanza y doctrina de siempre. En el Catecismo de la Iglesia Católica se enseña: "La vida humana deber ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano deber ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida."
La Palabra de Dios, que es luz y esperanza para los creyentes nos dice: "Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieras te tenía consagrado" Jr.1,5 y dice también bellamente el salmo 139: " Tú fuiste quien formó mi cuerpo. No te fue oculto el desarrollo de mi cuerpo en formación".
Conviene recordar que en un escrito del siglo llamado Didajé, o enseñanza de los apóstoles, se dice en una de sus partes: "No matarás el embrión mediante el aborto, no darás muerte al recién nacido", dando un salto en el tiempo en el Concilio Vaticano II la Iglesia enseña: "Dios, Señor de la vida, ha confiado a los hombres la excelsa misión de conservar la vida, misión que deben cumplir de modo digno del hombre. Por consiguiente se ha de proteger la vida con el máximo cuidado desde la concepción; tanto el aborto como el infanticidio son crímenes abominables".
La enseñanza de la Iglesia no ha cambiado a lo largo de los siglos y no es menos cierto que en lo profundo de la conciencia de las personas, hay una invitación a respetar y preservar la vida; que las conciencias se manipulan y se quiere acallar la voz de Dios en ellas, es algo a lo que estamos asistiendo. Como creyentes proclamamos que Dios no es un tirano ni nuestro enemigo, sino el Padre que desea el bien y plenitud de sus hijos e hijas, escuchemos su voz no endurezcamos el corazón.
A los políticos que se dicen cristianos les pedimos no acallen la voz de Dios, no tengan miedo de actuar de acuerdo a lo que creen, será este el mejor servicio a una Patria que podrá gozarse que en ella se respeta la vida de sus hijos. Oremos incesantemente por esta intención.
"La voz de la iglesia ha sido escuchada, aunque no siempre con la atención debida".
Guillermo Vera, obispo Diócesis de Iquique."