Iquique, ciudad turística, moderna y entretenida. Una que encanta al visitante y que busca atraer cada vez con mayor intensidad a los visitantes de la mano de sus atractivos naturales.
La premisa es interesante de escuchar y si bien son notorios los esfuerzos realizados en la costanera de la ciudad y también los que se realizan en el paseo Baquedano, reforzados hoy ante la proximidad de las celebraciones del 21 de mayo y el embellecimiento y cuidado por los detalles, esconde también la realidad de un sitio olvidado.
Se trata del centro histórico de la ciudad, ese que parece haberse detenido en el tiempo. Fue en el siglo pasado donde calles como Tarapacá, Vivar y Ramírez concentraron la atención de la ciudad, con negocios tradicionales que perduraron por décadas, como Las Dos Estrellas, la Casa Francesa, Malagarriga y tantos otros a los que la gente acudía masivamente, especialmente los fines de semana.
Vinieron luego las grandes tiendas, farmacias y supermercados, a manera de rápido resumen, pero junto con ello, las principales calles no tuvieron el mismo cambio. Se trató más bien de una modificación en las fachadas y la colocación de infraestructura, lo que no vino de la mano, por ejemplo, con sus veredas y escaños.
La infraestructura pública luce desaliñada, repleta de hoyos, con una infinidad de diferentes superficies, algunas puestas por los dueños de los mismos locales y que dan la impresión de un gran desorden.
En las capitales del norte la realidad es muy distinta. Arica cuenta con su calle 21 de Mayo como paseo peatonal. Lo mismo ocurre en Antofagasta con el Paseo Arturo Prat y el más reciente, el Paseo Manuel Antonio Matta, zonas que son profusamente visitadas y que generan una serie de emprendimientos adosados que revitalizaron el centro de la ciudad más allá del mall.
Iquique tiene esa deuda, el centro no ofrece las mejores condiciones para que las personas sean atraídas por él y merman un polo de desarrollo que tiene la capital regional. De proyectos en esa área se ha escuchado, pero hasta la fecha no hay nada concreto y es de esperar que más temprano que tarde comience a ser saldada esa cuenta con el comercio.
"La infraestructura pública luce desaliñada, repleta de hoyos, con una infinidad de diferentes superficies".