Iquique, un puerto con pretensiones
Cuando William Howard Russell, a la sazón el periodista más prestigiado del mundo, desembarcó en Iquique, era un día martes 7 de mayo de 1889.Toda la comitiva debió visitar la casa de J.T. North, ubicada a pocos pasos de la Aduana, colindante de la Lockett Bros., en la calle Esmeralda 356 (fuimos testigos cuando fue demolida en 1993. Ver: revista Camanchaca N°14, p. 65), para después pasar la noche en la casa del gerente del ferrocarril salitrero, Mr. Rowland. El destino de este grupo, en rigor, no era Iquique, sino las salitreras de Tarapacá.
Generalmente las impresiones que viajeros, marineros, periodistas y cronistas europeos, nos han dejado de los puertos salitreros de la época no son muy alentadoras. Las comparaciones con sus ciudades de origen suelen desfavorecer a nuestros puertos; sin embargo, Russell, que conocía también Norteamérica y el norte de África, se sorprendió positivamente con el puerto de Iquique. Podríamos suponer que vio a la bahía pletórica de veleros y vapores, observó en la costa de la Puntilla una decena de muelles en plena actividad de carga de sacos de salitre y descarga de las más diversas mercancías venidas de los puertos más importantes y lejanos del planeta.
La zona portuaria de Iquique no debió ser tan diferente a la de Liverpool, Burdeos o Hamburgo, con bares y restaurantes, hoteles y cantinas, almacenes y bodegas, muchos marineros buscando diversión y oficinistas haciendo trámites aduaneros. Había una activa placa bancaria, agencias de seguros y de vapores, una bella iglesia vicarial y un significativo cuerpo consular. Por cierto, estaba allí la bella torre del reloj y el teatro municipal estaba en construcción. Entonces no es extraño que Russell haya definido a Iquique como "un pueblo con pretensiones". Pretensiones de ser el puerto más importante del Pacífico y la ciudad más cosmopolita de Chile. Russell dice que los iquiqueños bebían champaña francesa y vestían seda de la china. La economía había salido de la crisis de 1884 y hacia 1889 estaba concluyendo primera combinación salitrera, liderada por J.T. North. Iquique estaba en auge, el comercio en crecimiento, las entradas aduaneras financiaban gran parte del gasto fiscal chileno y los visitantes llegaban como nunca antes. Al año siguiente, 1890, llegará un visitante ilustre y polémico: el presidente José Manuel Balmaceda. Ese mismo año se publica en Londres A Visit to Chile and The Nitrate Fields of Tarapacá, el libro de William H. Russell, con sus impresiones sobre Iquique y la pampa.
"Russell dice que los iquiqueños bebían champaña francesa y vestían seda de la china".
Sergio González Miranda, Premio Nacional de Historia"