Barrio el Morro
Fernando López Loayza, en su libro Letras de Molde (1907), al referirse a los barrios del puerto, nos habla "del Morro" y no "El Morro", quizás porque para su ojo escrutador era posible identificar con facilidad la loma del cerro sobre el cual se asentó esta población de pescadores. Este escritor, que fue conocido en su tiempo como Fray K. Brito, era hijo de madre peruana y padre chileno, mestizaje propio de este barrio.
Fue uno de los barrios originales del Iquique salitrero, junto con La Puntilla y El Colorado. Cuando se iniciaron las primeras exportaciones de nitrato de soda, en la década de 1830, según William Bollaert se construyeron muelles en las caletas del Morro, de la Aduana y de la Puntilla. El muelle que se construyó en este barrio fue el de la Compañía Barrenechea, propietaria de la oficina Unión. El auge del salitre transformó a este barrio en una zona urbanizada, con calles bien delineadas, donde la principal fue la calle Libertad, actualmente Covadonga. Emergieron grandes casonas de balcones construidas de madera y fierro, entre ellas la de la familia Marquesado, que felizmente aún se conserva, entre Covadonga y Wilson (antiguamente Mamiña).
Incluso este barrio comenzó a disfrutar de un balneario, llamado Bellavista.
El límite poniente de este barrio fue la costa, desde los baños La Serena hasta la Isla Serrano, mientras que al oriente estaba la actual calle Aníbal Pinto, su nombre antiguo fue Misti y Tumbes. Una corrección de la calle hizo surgir una cuadra llamada Aníbal Pinto viejo.
Las calles de este barrio, como Izaza, Souper, Zegers, Grumete Bolados, Pedro Lagos, etc., florecieron con el movimiento portuario salitrero, y lo hicieron con suerte, porque los devastadores incendios de 1875, 1880, 1883 y 1884, que destruyeron manzanas de casas del puerto, le afectaron solo parcialmente; incluso al estar ubicado sobre la loma de un cerro, los maremotos de 1868 y 1877 tampoco le impactaron en forma decisiva. En nuestros días vemos que este viejo barrio iquiqueño se inclina frente al mercado inmobiliario o la acción deliberada de quienes no valoran el patrimonio. Cada día que pasa vemos desaparecer a esas viejas casonas de antaño, sea por un incendio o por la demolición intencionada, transformadas -en algunos casos- en tristes estacionamientos. Me sumo a quienes demandan porque este barrio sea declarado zona típica, como una forma de protegerlo, porque la tradición y la modernidad no son contradictorias, la segunda se sustenta sobre los hombros de la primera. Así se construye también la identidad de una ciudad culta.
"Fue uno de los barrios originales del Iquique salitrero".
Sergio González M., Premio Nacional de Historia 2014"