En la historia del mundo popular de Iquique hay un personaje que ocupa un espacio destacado. Leoncio Acevedo, adornado por relevantes cualidades que lo hacían merecedor del respeto y la simpatía genera, las que siempre la prensa reconocía: simpatía, entusiasmo, filantropía y espíritu religioso.
Fue uno de los socios fundadores de la Sociedad Gran Unión Marítima (1892). Formó parte del directorio de la Sociedad de Veteranos del 79 y del Gremio de Fleteros de la bahía de Iquique. Poseía algunas embarcaciones fleteras.
En 1906 repartió una suma de dinero entre varios damnificados del terremoto que habían arribado a Iquique. Al año siguiente, con ocasión de la llegada de los huelguistas pampinos a la ciudad, generosamente albergó en su casa a un grupo de estos, dándoles además alimentación.
Él estaba por la causa popular. Todo lo hacía por servir, ayudar a consolar a unos reos que marcharon al patíbulo. No participó en la contienda política electoral, a pesar de su popularidad. Después de producida la matanza de la Escuela Santa María, el gremio que él encabezaba, demostró su solidaridad con un grupo de obreros y algunas señoras cuyos esposos y parientes habían caído en esa masacre, en momentos de embarcarse en un transporte de la Armada.
Los pasajeros y equipajes fueron conducidos gratis a bordo. Además estando a bordo una comisión de ese gremio les repartió algunos víveres.
Tiempos después, en el año 1910, a petición suya, la Junta de Beneficencia le concedió a su nombre un terreno en el Cementerio Número 2 para levantar allí un mausoleo o Monumentos a los caídos del 21 de diciembre de 1907. La obra se inauguró en 1911.
Ese mismo año pudo entrevistarse con el Presidente Pedro Montt, a quien le explicó la situación del obrero chileno en Tarapacá, así informa la prensa local.
Como puede observarse en estas líneas, Leoncio Acevedo era un prestigioso vecino iquiqueño casi desconocido en la actualidad, que bien merecido sería que una calle de esta ciudad llevara su nombre para recordarlo como uno de sus hijos predilectos, por su simpatía y generosidad.
No comprendo ni comparto el procedimiento de otorgar denominaciones irrelevantes a calles por apuro o falta de información.
Mario Zolezzi Velásquez