El próximo 12 de febrero de 2018 se cumplirán 200 años de la Proclamación y Jura de la Independencia Nacional, histórico y glorioso acontecimiento realizado en la Plaza Mayor de Santiago el 12 de febrero de 1818, coincidiendo con el primer año de la victoria chileno-argentina en Chacabuco. A pesar de su capital importancia esa fecha ha estado relegada a un lugar totalmente irrelevante. ¡Cuántas generaciones de chilenos han pasado con la errónea creencia que el 18 de septiembre de 1810 es la fecha de Emancipación de Chile? Esta solo marca el inicio del proceso independentista. Estando tan cercano aquel Bicentenario no tengo noticias sobre los festejos oficiales a nivel central y regional. Ahora será la oportunidad para reivindicar el "12 de febrero" que debería ser feriado nacional, hay una propuesta que está siendo estudiada por el Gobierno.
A diferencia de nuestro país, en Argentina se celebra el 25 de mayo de 1810 (Junta de Gobierno) y el 9 de julio de 1816 (Declaración de Independencia Nacional). Así debería ocurrir en Chile, pero ha pasado tanto tiempo que ya está instalada profundamente la costumbre de celebrar solamente el "18". Asunto oleado y sacramentado.
Hace casi dos siglos en una emotiva y solemne ceremonia cívico-militar, se leyó el Acta de Independencia en que se declara que "el territorio continental y sus islas adyacentes, forman, de hecho y derecho, un Estado libre, independiente y soberano y quedan para siempre separados de la Monarquía de España y de otra cualquiera dominación". Luego el Diretor Supremo hizo el siguiente juramento: "Juro a Dios y prometo a la Patria bajo la garantía de mi honor, vida y fortuna sostener la presente declaración de independencia abosoluta del Estado chileno de Fernando VII, sus sucesores y de cualquiera otra nación extraña". Lo mismo hicieron el Gobernador del Obispado y el General San Martín. Se tomó simultáneamente a todas las corporaciones y fundaciones públicas. Después le tocó al pueblo eufórico.
Con motivo del próximo Bicentenario, habrá chilenos que expresarán no celebrar sino reflexionar, como ocurrió con el Centenario del 18 de septiembre de 1910. Es indudable que no es solo la oportunidad de demostrar nuestros sentimientos patrióticos, celebrando o recordando esa semi olvidada fecha histórica, sino también es momento de meditar sobre los 200 años de la Independencia Nacional, de los avances que se han hecho y lo que falta hacer, que es de público conocimiento, basado en el diálogo constructivo, el concenso.
Mario Zolezzi Velásquez.