La tradición de quienes hacen de las carpas su "casa de verano"
Según las capitanías de puerto de Iquique y Patache son más de mil personas quienes actualmente acampan en el litoral de la ciudad. Familias gastan un mínimo de 600 mil pesos al mes, y permanecen entre uno y dos meses.
Una forma muy particular que tienen cientos de familias de la región para disfrutar del verano se pone de manifiesto al realizar un recorrido por el litoral iquiqueño.
Múltiples estructuras de metal o madera, cubiertas de malla, se levantan a orillas de playas y caletas del sur de la ciudad, y se convierten en verdaderas viviendas ya que, en su interior, las carpas se transforman en habitaciones, los toldos dan forma a la cocina y al living, y la arena cubierta por lona reemplaza al piso de cerámica o concreto.
"Estamos como en casa", dice sonriente Nancy Santis mientras lava la loza. Y de eso no cabe duda ya que al ingresar a la que por estos meses se convierte en su "casa de playa", se puede encontrar cocina, congeladora, refrigerador, televisor, comedor, sofá y hasta camas de dos plazas.
Todas estas comodidades no son algo exclusivo de la familia de Santis, ya que se replican en el resto de campistas quienes, con más o menos artículos del hogar, viven a su manera las vacaciones de verano.
Quienes tradicionalmente acampan, aseguran que se organizan con anticipación. Las familias realizan entre octubre y noviembre el primer viaje a la playa para reservar el lugar que ocuparán por los próximos meses. Para ello, cercan con palos y cubren con lona el sitio en el que por años instalan sus carpas.
"Llevamos 45 años viniendo a Chanavayita. Somos 20 grupos de la familia Cáceres que venimos y ocupamos 270 metros para instalarnos. Llegamos a fines de octubre, cerramos y se respetan los lados (…) ya a mediados de diciembre venimos a armar las carpas", cuenta Guillermo Díaz quien junto a su familia llegó el 23 de diciembre a esta caleta y allí, frente al mar, celebró la Navidad y el Año Nuevo. A fines de febrero emprenderá el retorno a la ciudad tras festejar los carnavales.
Esta forma de escapar de la ciudad no es sinónimo de restricción para los campistas ya hay carpas que en su exterior tienen las antenas de televisión satelital que les permiten ver películas o seguir el desarrollo de sus series y novelas preferidas. Para esto pagan 16 mil pesos por 30 días.
Costos de acampar
En promedio, las familias que acuden a acampar a las costas de la ciudad están compuestas por cinco personas, y permanecen en las playas entre uno a dos meses, iniciando esta aventura ya sea a fines de diciembre o los primeros días de enero.
Según información de las capitanías de puerto de Iquique y Patache, entre Palo Buque y Los Verdes hay alrededor de 100 carpas; en Chanayita y Cáñamo, 552 personas; mientras que en el resto de las playas del sur hasta llegar a Chipana, unas 20 carpas. Considerando que en cada carpa por lo menos hay 5 personas (que es el mínimo observado) son más de mil los campistas que ocupan en estas fechas el litoral iquiqueño.
Tener este estilo de vacaciones no necesariamente significa economizar ya que quienes mantienen esta tradición por años, afirman que gastan hasta el doble de lo que invierten en la ciudad. Con los testimonios entregados por los campistas se pudo determinar que estas destinan como mínimo 600 mil pesos al mes, ya que deben cubrir flete, alimentación, bencina para el generador y el vehículo, baño químico, agua potable, entre otros gastos que varían según los gustos que estos se den. Para ello, ahorran durante el año.
Por la larga estadía que tienen, antes de trasladarse a las playas se abastecen de todo lo necesario. Carnes de todo tipo, arroz, azúcar, fideos, aceite, bebidas, jugos, embutidos, verduras y tubérculos son parte obligatoria de la lista de productos, a la cual suman cervezas para acompañar -como ellos dicen- los asados de fines de semana.
Solo en alimentos las familias gastan entre 200 y 300 mil pesos al mes, cifra que se eleva si es que se cuentan los productos que traen quienes llegan a sumarse entre el viernes y el domingo.
"Uno dice que lo que se come en la ciudad se come acá, pero no es así porque uno quiere darse un lujo, comer una parrilladita. Acá, por ejemplo, granos no se hacen. Yo me gasté 200 mil pesos en mercadería para que no me falte nada porque acá (en Los Verdes) todo es más caro", dice Uberlinda García.
Para contar con energía eléctrica, los generadores son el aliado infaltable ya que sin estos no podrían mantener los alimentos. Para su funcionamiento compran en promedio 100 mil pesos de bencina al mes.
Problemas
Resuelto esto, el agua potable es su siguiente preocupación. Detallan que pagan entre 2.000 y 3.000 pesos por un tambor de 200 litros, pero que para una familia por lo menos se requiere entre cinco u ocho de estos a la semana para cocinar, lavar, y bañarse. Es así que pueden gastar aproximadamente 96 mil pesos en un mes.
"En la semana usamos ocho tambores de 200 litros porque de viernes a domingo viene más familia con hartos niños chicos y hay que bañarlos, además de cocinar", dice Yessica Delgado.
Eso sí, quienes acampan en caletas más concurridas como Chanavayita, Los Verdes o en playas como Cáñamo indican que el abastecimiento de agua es escaso, por lo que en algunas ocasiones deben volver a la ciudad para llenar sus recipientes.
Sin embargo, señalan que lo más complicado es el acceso a servicios higiénicos. Si bien la Municipalidad de Iquique ha dispuesto hasta cuatro baños químicos por caleta o playa, los campistas acusan que estos no dan abasto, considerando que los fines de semana la cantidad de veraneantes se duplica.
Ante ello hay algunos que optan por arrendar sus propios baños químicos por los cuales pagan hasta 120 mil pesos al mes, en tanto el resto, "se las arregla como puede", expresa Leonilda García quien cancela 70 mil pesos mensuales por uno de estos.
Luis Cortés, miembro de la junta de vecinos de la caleta Chanavayita, la cual -según la Capitanía de Puerto de Patache- alberga a 516 campistas, reconoce este problema y también apunta a la acumulación de basura al precisar que los contenedores existentes no son suficientes para los residuos que generan los veraneantes y quienes se establecen en el lugar durante la temporada de verano.
El director de Aseo y Ornato del municipio, Carlos Morales, informa que para la temporada de verano se instalaron 70 baños químicos en el litoral, desde Iquique hasta la caleta Chipana. Sin embargo, tras recibir el pedido de la junta de vecinos de Chanavayita, a partir de la próxima semana se sumarán más en tres lugares como son playa Folker, y las caletas Los verdes y Chanavayita. En cada uno de estos se habilitarán cuatro baños químicos adicionales.
En cuanto al abastecimiento de agua potable, el funcionario explica que el municipio solo está facultado para entregar el recurso a quienes pagan anticipadamente por este, por lo cual los camiones aljibes que viajan hasta las caletas son exclusivamente para dotar a quienes habitan en estas.
Lo que sí reconoce es que la acumulación de basura es un problema. Da a conocer que instalaron 180 contenedores en todo el litoral, pero que los campistas dejan los desechos fuera de estos. "En un día de operativo recogimos entre 30 a 45 metros cúbicos de basura, entre Tres Islas y Chipana", puntualiza.
Justamente por las condiciones de salubridad y los riesgos que implica el instalarse tan cerca del mar, las autoridades marítimas tanto de Iquique como de Patache no entregan permisos para acampar. El capitán de puerto de Iquique (s), Rafael González, manifiesta que si bien acampar no está prohibido, tampoco está permitido. No obstante, tanto él como el capitán de puerto de Patache (s), Alejandro León, coinciden que en lo que va de la temporada no se ha producido ningún incidente.
Costumbre popular
Pero esta realidad que hoy se observa no es de hace unos cuantos años. De esto dan fe registros fotográficos que muestran que por los años 40 y 50, acampar en la playa era parte de la cultura de la ciudad. Eso sí, no lo hacían en caletas del sur como hoy en día, sino en Cavancha, El Colorado, Bellavista y Buque Varado.
"Esta es una tradición muy antigua que tiene que ver con un hábito que tiene el nortino de salir de su hábitat y acampar. Desde principios del siglo XX, la gente va a La Tirana y va a acampar, va a San Lorenzo y va a acampar", explica el sociólogo Bernardo Guerrero.
La masificación de esta tradición de verano ocurrió a partir de los años 70. Guerrero detalla que con la instalación de la Zona Franca de Iquique (1975) y con la posterior mejora de las carreteras, la población comenzó a acampar hacia el sur. "Hay dos influencias de la Zona Franca, uno el acceso que las personas tienen a vehículos, y la facilidad para comprar sacos de dormir, carpas de buena calidad y toda la infraestructura que acompaña esto".
Pero más allá de los lugares y la forma en que las familias acampan hay algo que el sociólogo destaca: la sociabilidad popular. "No es lo mismo que una familia viaje, por ejemplo, al Valle del Elqui, a que estén todos juntos donde estén rearticulándose tejidos sociales, creando nuevas relaciones con compadres, padrinos, ahijados. En el fondo es hacer vida de familia en la playa".
Y esto lo confirman campistas como Patricia Molina quien vive en Alto Hospicio y en vacaciones se traslada a Los Verdes junto a su familia para salir del encierro, como ella dice. Incluso celebra el cumpleaños de una de sus hijas en la playa junto a sus "vecinos de verano".
"Yo toda mi vida he acampado, nosotros somos playeros y la idea es seguir esta tradición que viene de mis padres", dice mientras tiende la ropa de sus hijas quienes se alistan para iniciar un día más de sus vacaciones frente al mar, las que se extenderán hasta el próximo mes.
"Llegamos a fines de octubre (a reservar sitio), cerramos y se respetan los lados
Guillermo Diaz"
"Tiene que ver con un hábito que tiene el nortino de salir de su hábitat
Bernardo Guerrero"
2.000 a 3.000 pesos pagan por tambor de agua potable con capacidad para 200 litros.
516 personas, integrantes de 35 familias, acampan en Chanavayita, según la autoridad marítima.