Respondo a la nota firmada por la Sra. Mabel Bustos, directora de la Macrozona Norte de la Agencia de Calidad de la Educación, en la que se refiere a temas de enseñanza y aprendizaje de las matemáticas.
Bustos afirma que tal disciplina debe fortalecer el razonamiento lógico y otras características deseables en toda persona, nos anuncia también que se ha puesto en marcha una Evaluación Progresiva en el tema lo cual ha sido aceptado por una importante cantidad de docentes.
Creo, y solicito que me corrijan si estoy equivocado, que precisamente con los métodos y programas en curso lo único que se puede lograr es que los alumnos odien la asignatura y pasen el resto de sus vidas desconociendo la utilidad de saber de memoria el Teorema de Pitágoras, la forma de calcular el apotema y las virtudes de coseno de un triángulo.
¿No sería útil y atractivo que relacionaran los números negativos con el conjunto de los pagos que se hacen cada mes por consumo de gas, electricidad y agua, por ejemplo? ¿Por qué seguir diciendo que tal cantidad "se pasa" de un miembro a otro en una ecuación cuando es más lógico y comprensible asimilar esto a lo que sucede con una balanza? ¿Está fuera de la capacidad de los muchachos inducirlos a diseñar (y construir a escala) una rampa para sillas de ruedas, empleando elementos de Trigonometría?
Trazando en el pizarrón una cancha de básquetbol con dimensiones reglamentarias pueden conocer de cerca las unidades y la conversión de unas a otras, usar comprensivamente las proporciones y razones, etcétera. El único límite es la creatividad y eso sí que debe ser fortalecido.
Me pregunto ¿la Evaluación Progresiva se aplicará también a los profesores? Cuando un alto porcentaje de un curso fracasa en una prueba, ¿de quién es la culpa?
Se han quitado los programas de filosofía, donde analizábamos y discutíamos silogismos y tomábamos partido por una u otra escuela; educación cívica en cuyas lecciones aplicábamos porcentajes y nociones de estadística, francés donde conocimos a Pascal y el Método Deductivo.
Nos parece a algunos que se buscó hacernos menos lógicos, más maleables y menos críticos. A esto se suma que en clases de matemáticas se pierde el tiempo calculando cosas que cualquier computador hace mejor cuando se debería inducir a seguir la emocionante aventura del pensamiento postulada por Albert Einstein y tantos otros, aventura que solamente podemos seguir los humanos y empleando nada más que nuestro maravilloso cerebro.
Marce Hugo Contreras Mondaca