El artesano que convierte los restos de tamarugo en repisas
Manuel Orlando recicla los troncos del árbol característico del interior de la región. Aprendió de manera autodidacta cuando decidió recorrer el país.
Mesas de centro, espejos y repisas para plantas son algunas de las artesanías que elabora Manuel Orlando, las cuales realiza desde hace más de 20 años, cuya materia prima son los troncos de árboles muertos que están en la Pampa del Tamarugal.
"Me gusta mantener lo rústico, por eso no pinto la madera, solamente la cepillo porque trato de rescatar a través del trabajo la belleza de la naturaleza para que no termine convertido en combustible o desecho, por eso trato de darle una utilidad para que después le sirva a la gente para decorar", contó
En ese sentido, el artesano comentó que tiene un proveedor que le trae las maderas de tamarugo desde Pica, La Huayca y La Tirana, las cuales a su juicio "son muy resistentes y duran muchos años".
Creaciones
Además de los elementos para la decoración, Orlando también realiza figuras de madera en miniatura que no superan los 10 centímetros.
"Hago literas para muñequitas y para Barbie literas dobles con escalera, juego comedor en miniatura, con sillitas tapizadas, son cosas hechas con harta minuciosidad", añadió.
Sin embargo, la temporada cuando tiene más trabajo es a fin de año, ya que previo a la temporada de Navidad se dedica a vender pesebres hechos con cáñamo. "Llevo cerca de 10 años haciendo los pesebres y todavía no aparece una persona que haga los mismos diseños que yo", dijo Marcelo Orlando.
Al consultar sobre qué habilidades debe tener una persona para dedicarse a este rubro, el emprendedor comentó que la clave es tener paciencia.
"Los hombres en generalmente tenemos las manos muy toscas y más grandes, pero con paciencia y creatividad logro hacer sillitas que no miden más de 10 centímetros de altura y le doy la altura precisa, para que se pueda sentar una muñeca Barbie", aseguró y agregó que también realiza trabajos como repisas o esquineros a pedido.
Inicios
En cuanto a qué lo llevó a dedicarse a este oficio, Orlando contó que fue porque a los 16 años decidió comenzar a recorrer el país.
"Esto lo aprendí viajando, iba de ciudad en ciudad y fui aprendiendo a desarrollar mi creatividad porque me instalaba en las plazas y para no tener que andar pidiendo monedas para comer con mis manos comencé a tejer una palmera o la totora en la cuarta región, para luego vender lo que hacía y tener mi alimento sin mendigar nada a nadie", relató.
Por estos días no cuenta con un lugar específico donde vender sus productos, es por eso que durante la semana se instala alrededor de la Plaza de Armas para ofrecer sus artesanías, mientras que los días sábado y domingo trabaja en La Quebradilla.