Las historias de fe de los danzantes de la "Chinita"
Las distintas adversidades a las que deben sobreponerse los integrantes de los bailes los hacen estar presente cada año en el poblado ubicado al interior de Iquique.
La Tirana, la mayor fiesta religiosa del norte grande cada año reúne a miles de peregrinos llegan hasta el poblado para saludar a la Virgen del Carmen. Algunos cumplen sus mandas y otros solo llegan como turistas, pero quienes la viven con mayor fervor son los bailarines.
Fueron 202 cofradías que se apoderan de la explanada del Santuario y sus alrededores para cumplir sus mandas con la "Chinita".
Son alrededor de 10 días que los bailes se quedan en el pueblo. Los peregrinos los ven danzando desde que sale el sol hasta que cae la noche, sin embargo pocos conocen de dónde vienen, sus historias y los problemas que cada año deben solucionar para estar presente en la fiesta.
En Iquique es tradicional ver a los bailes y bandas ensayar para la fiesta, sin embargo hay otros bailes que no pueden hacerlo. El caporal del baile Indios Jalaguayos de María Elena, Carlos Romero , explicó que al vivir en una oficina salitrera es casi imposible realizar ensayos. "Son necesarios los ensayos pero en este sentido no podemos hacerlo porque vivimos en una salitrera. Lo importante es que confiamos tanto en nuestra gente que cada vez que un danzante nuevo viene, los antiguos les enseñan, prácticamente nosotros venimos a bailar directo y los nuevos aprenden en la fiesta, los tiramos directo a los leones".
16 de julio de luto
Cada fiesta es distinta. Y los miembros de las cofradías deben sobreponerse a las adversidades. Es el caso de los Pieles Rojas del Carmen de Antofagasta que el año pasado tuvieron una lamentable pérdida.
"Mi mamá tenía diabetes pero ella quería estar acá (pueblo). La trajimos, estuvo con nosotros, pasamos el 16 de julio juntas y dos días después falleció acá en el baile. Fue un hecho muy lamentable pero por ella sigo acá", dijo Ingrid Castillo, presidenta de la agrupación.
Pese a la pena, Castillo sostuvo que su fe le da fuerzas para seguir en el baile y así ser un guía de las generaciones más jóvenes.
En este sentido, su caporal Dayan Juárez cumple aquel rol.
"Me toca lidiar mucho con los jóvenes que ahora se ven menos en los bailes. Los jóvenes aveces se aburren, se cansan, se quieren ir (...) los más chicos sobre todo, pero uno los motiva para seguir adelante. Algunos creen que vienen a jugar o a distraerse, pero aquí todos nos apoyamos cuando necesitamos hacer cosas por el baile", dijo la caporal.
Milagro de alto hospicio
Una de las danzantes que se roba las miradas es Oriana Hurtado. La bailarina participa en la fiesta desde hace 10 años en silla de ruedas. Su madre Winnie Heredia explicó que su hija es un milagro.
"Ella falleció cuando tenía tres años. Su corazón dejó de latir y gracias a la reanimación la hicieron revivir y de ahí dijimos como familia que nos uniríamos a un baile por ella, para que se mantuviera viva", dijo la madre.
En tanto, el padre de la bailarina, Guillermo González, explicó que "llegamos todos los años al pueblo con mucha emotividad para seguir adelante. Mi hija en su silla de ruedas nos motiva para seguir danzando. A ella le encanta bailar (...) yo ya estoy en los 60 años y me sacrifico por ella. Mi hija lo es todo para nosotros, es la que nos da alegría, fuerza y mucha fe".
"Ella falleció cuando tenía tres años. Con electroshock la hicieron revivir y de ahí nos unimos a un baile por ella".
Winnie Heredia, madre de Oriana Hurtado, figurina de la Primera Diablada de Alto Hospicio"