El amor y la fe por la Virgen del Carmen traspasa generaciones
La familia Monje Valdivia se mantiene unida por la devoción que sienten al bailar por la "Carmelita".
El primero de octubre de 1978 se formó la sociedad religiosa Indios Cheyenns, y a los dos años después Rosa Valdivia, con solo 11 años de edad, decidió sumarse a las filas para continuar con un legado que heredó de su madre, el cual espera que continúe traspasándose de generación en generación.
Es el amor y la fe que sienten por la Virgen del Carmen lo que lleva cada año a la familia Monje Valdivia a marcar el ritmo de los bombos, cajas y pitos durante el mes de julio, acompañados de sus llamativos trajes y una lanza que caracteriza a este tradicional baile que se fundó en Iquique y que en un par de meses alcanzará sus 4 décadas.
"Mi mamá pertenecía a este baile, y mis 3 hermanos también, pero de todos ellos, actualmente solo quedo yo junto a mi familia", contó la bailarina, quien durante el pasado fin de semana, junto a sus tres hijos danzaron en la cofradía religiosa en la celebración de la popular Tirana Chica, mientras su esposo los observaba desde la fila de los músicos que acompañan a la sociedad religiosa con su intensa melodía.
Para Rosa Valdivia estar embarazada de sus hijos no fue un impedimento para continuar danzando, de hecho, su hija de 17 años se sumó a la agrupación religiosa desde que nació y este año, el más pequeño (de 7 años) se sumó para continuar con esta herencia familiar.
"Mi hijo mayor antes era músico, y el año pasado se fue estudiar a Viña del Mar y en las vacaciones de invierno llegó para la fiesta de La Tirana, y en el momento de hacer nuestra despedida su fe fue más fuerte y decidió dejar de tocar y también de ganar plata por acompañarnos en el baile, así que este 2018 estuvimos todos, fue muy emotivo para mí", expresó Rosa Valdivia.
Para Adriana Monje, hija de la bailarina, ser parte de la mencionada sociedad religiosa es muy importante, núcleo que define como una "gran familia".
"Cuando era chica no le tomaba el peso, de hecho no me gustaba mucho hasta que fui creciendo y le tomé cariño al baile, pero sobretodo a la Chinita", comentó y agregó que espera continuar danzando hasta que el cuerpo no resista más, ya que asegura que no es fácil desprenderse, "porque uno genera lazos importantes e historias muy bonitas que se convertirán en hermosos recuerdos porque la Virgen nos une".
Para llegar hasta los pies de la Reina del Tamarugal, la familia comienza a prepararse desde febrero hasta llegar al mes de julio. Valdivia junto a su esposo son profesores y agradecen tener la suerte de contar con vacaciones en este periodo, hecho que le permite asistir cada año a La Tirana sin inconvenientes.
"Para mí no es problema dejar de hacer cosas por ir a ensayar, porque cuando uno lo hace por amor no se puede describir la alegría que se vive cuando bailas", aseguró Adriana Monje, y agregó que para el próximo año "quizás va a ser más difícil cuando entre a estudiar a la universidad, pero que sea lo que la Chinita quiera".
"Quizás para el próximo año será mas difícil cuando entre a la universidad, pero que sea lo que la Chinita quiera".
Adriana Monje, Bailarina, Soc. religiosa Indios Cheyenns"