Cataluña en la encrucijada
Volver a Barcelona después de una década, pude observar cambios importantes aunque todavía simbólicos. No sólo se trata de banderas catalanas flameando en los balcones, rayados en las murallas pidiendo libertad a los presos políticos, sino el uso generalizado del idioma catalán en la calle, en la publicidad, en la televisión, en las escuelas, en los museos, etcétera. En el Congreso sobre patrimonio industrial donde estoy participando el idioma dominante ha sido el catalán, aunque todos hablen español. La persistencia de la lengua en los espacios públicos es mayor de lo que sucede en el País Vasco.
Pude ser testigo de manifestaciones políticas -este 4 octubre- frente a los Ayuntamientos , donde los gritos de independencia y autonomía se confundían en un sentimiento compartido de identidad catalana que, me temo, seguirá creciendo, aunque incomode al resto de España.
No me referiré si este movimiento catalán es sólo egoísmo del que no desea compartir su riqueza o un genuino sentimiento de independencia, lo interesante es el intento de rescate de una cultura, una historia y una lengua que fueron subsumida bajo el régimen franquista, cuyo modelo fue la homogeneización cultural de toda España, desconociendo la diversidad de las distintas comunidades.
Cataluña se encuentra en una encrucijada, por una parte seguir profundizando el movimiento independentista, lo que significa un riesgo de crisis, o, por otra, abrir el diálogo para conseguir la normalidad y conformarse con ser una comunidad autónoma, pero postergar sus sentimientos de una Cataluya independiente.
"Lo interesante es el intento de rescate de una cultura, una historia y una lengua que fueron subsumidas".
Sergio González Miranda, Premio Nacional de Historia, 2014"