Elena y Jorge: guardianes de la animita de "Kenita"
Todos los jueves le dan mantención a la animita de Kenita, una joven que murió atropellada el 16 de noviembre de 1987 y dicen que "es muy milagrosa".
Desde hace 22 años que los esposos Jorge Figueroa y Elena Robledo se encargan de la limpieza de la animita que se erigió en honor al alma de Kenita (Jaqueline Zurita), una joven que murió atropellada en la esquina de la avenida Salvador Allende (ex Pedro Prado) con calle Chintaguay.
Elena tiene 70 años y Jorge 79, ella trabajaba en la escuela que está al lado de la animita, de allí que conoce la trágica historia ocurrida el 16 de noviembre de 1987.
"Kenita trabajaba en la Zofri y un amigo la pasaba a recoger en una moto y cuando se subió venía un vehículo de un fulano que andaba curao', le dio por detrás y la tiró a la solera, allí murió y la enterraron en el Cementerio 3", narra Elena.
En la esquina donde hoy funciona el Cesfam Aguirre ocurrió el accidente y cuando se construyó el edificio la pequeña casita de lata tuvo que ser trasladada a la vereda del lado, donde está el Colegio República de Croacia.
Sociedad
Al principio, un vecino llamado Rogelio Quiroga, quien fundó una sociedad integrada por más de 50 personas, gracias a quienes lograron reunir los fondos necesarios para construir la gruta que hoy podemos observar, pintada de verde y con rejas.
"Un caballero de la Armada donó un panel solar, porque sanó a su hija", relata Elena. Luego señala una bandera Whipala y un cuadro de Kenita que fueron donados por una señora boliviana, en pago por haber sacado a su hijo de las drogas.
Agradecimiento
Al ser testigo de tantos milagros, dice Elena y Jorge, decidieron pedirle a ella que sacara del vicio del alcohol a un familiar. "Vinimos un día con su polola, que ahora es su señora, llegamos a las 5 de la mañana y como nos lo concedió, yo le prometí a la Kenita que le limpiaría de por vida sus candelabros y así lo hago desde el año 96", detalla la mujer.
Los esposos acuden todos los jueves a barrer, lavar el piso, despegar la cera de las velas derretidas en el piso y sobre los candelabros, tarea que hacen con paciencia y dedicación.
Inseguridad
Cuenta Elena que no todo es positivo, ya que la delincuencia no respeta las creencias, ni la fe que rodea al lugar, de allí que han tenido que colocar una cadena y un candado con clave, a fin de evitar que se roben la velas y los santitos. "Unas vez se nos metió un indigente y dormía aquí, nosotros vinimos y le botamos sus cachureos", afirma.
"La clave se la damos a las personas que quieren venir a poner velas y a pagar sus promesas. Uno le pide y ella cumple, es muy milagrosa", agrega Elena.
Dice que llega gente llorando, pidiendo de rodillas por salud o por trabajo, luego regresan a contarle que el milagro se cumplió.
Enfermedad
En la esquina de Vivar con Sargento Aldea asaltaron a Elena, en el mes de mayo, el delincuente la golpeó con un fierro en la rodilla, por lo cual tuvo que ser operada de emergencia. "Pensé que era torticolis, luego me dio un dolor en el pecho y estuve 10 días en la UTI, pensé que me moría. Yo me encomendé a Kenita y sobreviví", afirma la señora.
A raíz de la enfermedad vive junto a su hija, su esposo y un par de nietas, al sur de Iquique.
Todos los jueves acude a la animita, se coloca un delantal, guantes desechables y con una espátula despega la cera derretida de las velas.
Y cada vez que alguien le pregunta cómo hacer para pedirle a la animita un favor, Elena les dice que recen con fe la oración que dice así: "Acuérdate ¡Oh, piadosa Kenita, que nunca se ha oído decir que los que han recurrido a tu protección, implorando tu misericordia y pidiendo tu auxilio, hayan sido abandonados...".
"Un caballero de la Armada donó un panel solar, porque sanó a su hija"
Elena Robledo,, devota."