Si algo caracterizó los primeros meses del segundo mandato del presidente Piñera fue su llamado a los acuerdos, al diálogo y los acuerdos. Lo anterior en alusión a la figura que encarnó el ex presidente Aylwin tras el retorno a la democracia.
Sin dudas, la importancia del diálogo radica en la posibilidad de aunar esfuerzos en torno a lo que debiera ser un objetivo fundamental de la actividad política: generar buenas políticas públicas que favorezcan mejoras en la calidad de vida en los habitantes a lo largo y ancho del territorio.
No cabe duda que, a partir de los hechos acaecidos propios de la contingencia, la brújula se ha, momentáneamente, extraviado. Sin embargo, que duda cabe, hay tiempo para recuperar el ritmo, reencausar los ejes y alcanzar las metas. Lo anterior orientando los esfuerzos para recuperar las confianzas extraviadas, reflotar la importancia del trabajo mancomunado entre el mundo público y aportar al desarrollo sostenido de nuestro país. Porque entendamos algo: los gobiernos pasan, las personas quedan. Chile es un país hermoso y con potencial para perseverar en la senda del crecimiento y la justicia social.
Ley de Ciberseguridad
A propósito de futuro y tecnología, es necesario detenerse un momento en la ciberseguridad. Según el informe de riesgos de Eurasia Group, este 2019, la amenaza cibernética es uno de los principales peligros a nivel mundial.
Sólo en Chile este tipo de ataques aumentó en un 59%. La situación urge una Ley de Ciberseguridad íntegra, que no sólo exija a las empresas resguardar nuestros datos privados, sino también el aumento de las penas a los hackers.
Sin embargo, el debate legislativo también implica plantearnos hasta dónde queremos llegar para resguardarnos contra los ataques. La discusión trajo de vuelta al polémico "decreto espía" comentado durante el gobierno anterior. Un decreto que permite el acceso del Estado a la información de las conexiones realizadas por cada uno de los ciudadanos. Esto, sin duda, afecta gravemente la privacidad de las personas, y peor aún, puede ser un flanco de vulnerabilidad para un nuevo ataque. Si el Estado tiene acceso a las bases de datos de las conexiones de los ciudadanos, tarde o temprano éstas terminarán siendo filtradas por algún funcionario interno, hackeadas o robadas. El manejo de esa información es muy delicado, y no sabemos si nuestras instituciones están preparadas para ello.
Nicolás Silva,
director de Tecnología de Asimov.
Rodrigo Durán Guzmán