Alejo Carpentier y China
Si hubo un libro que me impactó en la adolescencia fue, sin duda, "El siglo de las luces", donde aborda la revolución francesa en América, en rigor en el Caribe, fue la primera novela histórica que leí nacida de la pluma de un erudito. Quizás entonces no logré comprenderlo del todo y tampoco puedo saber hasta qué punto me influyó. Carpentier, el creador "De lo real maravilloso americano" es para mí el más ilustrado de los novelistas y ensayistas latinoamericanos, incluso más que Borges. Dominaba no solo la literatura, sino la música clásica, el arte, la política, la historia. A pesar de hablar francés como primera lengua, siempre prefirió nuestro idioma.
Recuerdo que leía a Carpentier con un diccionario a la mano. Al igual que Borges le interesaba el tiempo circular, decía que sus libros regresaban sobre sus propios pasos. Ese recurso literario es la gran ventaja del escritor sobre el historiador, porque este último suele quedar atrapado en la linealidad del tiempo histórico.
¿Cómo se sorprendería Carpentier, un narrador del tiempo, con las milenarias ciudades de la China? Dice Carpentier: "He sido sensible a la nada ficticia belleza de Pekín, con sus casas negras, sus techos de tejas vitrificadas en un naranjo intenso, donde retoza una fabulosa fauna doméstica de dragoncillos tutelares, de grifos encrespados…". "He admirado la sutileza arquitectónica, comedida y ligera de Nankín; las fuertes murallas sino-medievales de Nang-Chang" … "Me he confundido con las multitudes bulliciosas de Shanghai, gimnásticas y divertidas, viviendo en una ciudad de esquinas redondas" … Esquinas redondas parece que Carpentier nos describe un oxímoron, pero no, son esquinas sin los ángulos occidentales.
La visita de Carpentier a China fue a mediados del siglo pasado. ¿Cómo describiría a esas mismas ciudades pletóricas de edificios con ángulos occidentales, arquitectura occidental, urbanismo occidental? El ojo escrutador del escritor, del sabio, vería que la cultura china sigue allí, como una pátina profunda a pesar de la modernidad. Siguen los dragones tutelares, los grifos encrespados, los sampanes con sus velas al viento, y los caracteres chinos que guardan secretos de tres mil años. A China es preciso verla bajo el prisma el tiempo circular. En medio de la vorágine del acelerado desarrollo actual de China y la siempre irreverente modernidad, sus habitantes hicieron un alto el pasado martes 5 de febrero para compartir con sus familias y rendir tributo a sus tradiciones, para iniciar un nuevo año.
"A China es preciso verla bajo el prisma el tiempo circular"
Sergio González Miranda,, Premio Nacional de Historia"