Evelin Aguilar Paniagua
Permanecieron por años bajo el resguardo de su bisabuelo y abuelo, sin embargo, decidió que había llegado el momento de que aquel "tesoro" compuesto por más de 50 piezas arqueológicas precolombinas estén en el lugar indicado: el Museo Regional de Iquique.
Llevando consigo las cajas de zapatos donde permanecieron guardados los objetos, el biólogo marino Bernardo Toro llegó hasta dicho lugar para donar esta colección que fue hallada cuando se iba a construir la casa familiar en la bahía Chomache, entre las caletas San Marcos y Chipana.
Al retirar el papel que envolvía cada pieza, sorprendió el estado de conservación de estos ya que el director del Museo Regional de Iquique, Luis Pérez, fue revelando que alguno de estos tendrían más de tres mil años de antigüedad, como es el caso de una cestería tipo "coiled" o en espiral. Además, identificó una cesta tipo escudilla y un aríbalo inca.
Sin embargo, al descubrir la segunda caja, en esta había artes de pesca como astiles de arpón, aparejo, anzuelos, plomadas, puntas de proyectiles, cuchillos, entre otros. Igualmente, Toro entregó un kit para encender fuego compuesto por paja seca o yesca, tablilla de ignición y varilla.
"Hay piezas completas que están bien conservadas porque nunca salieron de la región costera, porque conservan sus cualidades a partir de la temperatura y humedad que hay acá", destacó el arqueólogo y magister en paleontología.
Si bien Pérez recalcó que todas las piezas son valiosas, indicó que entre ellas hay algunas que son únicas como, por ejemplo, el aríbalo incaico y un fetiche sexual que representa un falo antropomorfo, es decir, con rasgos de figura humana y que pertenece -según dijo- a la cultura de los pescadores prehispánicos locales.
Tras recibir esta donación, Pérez explicó que los trabajos siguientes consisten en analizar el estado de cada una de las piezas, realizar la conservación preventiva, además de efectuar una catalogación y un documento que dé cuenta de los objetos y de la historia de la familia.
"Donaciones siempre hay, pero no es común que exista una intención altruista (como esta), para que esto esté a disposición de la sociedad", expresó.
Bernardo Toro, quien también es buzo profesional, hizo un llamado a otras familias que tienen este tipo de colecciones, a entregar estas piezas al museo para que sean tratadas como corresponde y puedan permanecer a través del tiempo para próximas generaciones.
50 piezas aproximadamente fueron entregadas para su conservación.