Por décadas se ha buscado establecer si nuestro Padre de la Patria, tenía o no relación con la masonería, o para ser más exactos, si era o no masón.
Por supuesto que el tema es de profundo interés histórico, por cuanto permitiría aclarar una hipótesis, que, de ser cierta, reescribiría en parte la historia de nuestro país.
Ahora bien, los antecedentes concretos existentes, permiten establecer que no lo era, o a lo menos, no hay una prueba concreta proveniente de una fuente primaria de investigación, que permita aseverarlo.
Hay dos aspectos interesantes al respecto, el primero es que el antecedente primogénito de la existencia de la masonería en Chile, es del año 1827 al fundarse en Santiago la Logia Filantrópica Chilena, la que se disolvió tiempo después.
Como se puede deducir, en dicho año Bernardo se encontraba ya autoexiliado en Lima, aunque cabe la posibilidad que haya ingresado estando en el extranjero.
El otro aspecto es que hasta donde se sabe, O'Higgins sería de los principales libertadores americanos el único no masón, ya que lo eran Washington, San Martín y Bolívar, solo por mencionar algunos.
La incógnita sigue abierta y continúa siendo apasionante responderla.
El árbol
Dios creó el cielo y una tierra con inmensa belleza, riquezas y seres vivientes según sus especies, diciendo "Produzca la tierra pasto y hierbas que den semilla y árboles frutales que den sobre la tierra fruto con su semilla adentro" (génesis 1, 11). Al crear al varón y la mujer, los deja para que administren y cuiden su obra creadora. La tierra ha albergado a generaciones y, a través de los árboles frutales, los seres humanos se han alimentado: el manzano, peral, higuera, cerezo, ciruelo, naranjo, limonero, olivo, uva, durazno, membrillo, palto, etc. Entre los medicinales: el tilo, maqui, eucalipto, laurel y variedades que dan sombras. Aportan beneficios económicos y con la madera se hacen casas, muebles y papel. A los habitantes, en campos y ciudades, les brindan sombras, protegen del sol, la lluvia, previenen la erosión, atrapan las partículas contaminantes, favorecen la salud y embellecen el entorno. En nuestro país, a lo largo de su historia, los bosques nativos han sido explotados y afectados por incendios, perjudicándose el medio ambiente. Los que destruyen los árboles plantados en las ciudades, afectan la calidad de vida de la población. Las personas se conocen por sus actos y, "El fruto de la honradez es un árbol de vida" (Proverbios 11, 30).
Derico Cofré Catril
Antonio Yakcich Furche
Presidente del Instituto
O'Higginiano de Rancagua