Las lluvias estivales de febrero y abril pasados evidenciaron que la región no estaba preparada, adecuadamente, para una caída significativa de agua y aquello generó daños en todas las comunas de Tarapacá.
Carreteras, siembras, viviendas, edificios públicos y privados, entre otros lugares, resultaron afectados por las precipitaciones del primer semestre del año. Una afección estructural que desnudó la falta de prevención y preparación de las autoridades de cada comuna y regionales. Por lo que el desafío es gigantesco para reducir los impactos en una próxima lluvia de proporciones.
Acciones reactivas han realizado los encargados de este tipo de emergencias de los organismos públicos. Acciones preventivas y estudios también, y uno de ellos es realizado por el Centro de Información de Recursos Naturales (Ciren) y la Universidad Arturo Prat, que buscan identificar las zonas de Tarapacá con mayor riesgo de inundabilidad.
Es importante que estos análisis demoren un plazo oportuno, sobre todo ahora que el clima en la región ha ido cambiando gradualmente y de una manera que mantiene a la comunidad en alerta.
Luego de todos los estudios necesarios para identificar las zonas complejas y vulnerables ante una catástrofe natural como una inundación, es imperioso el trabajo en terreno con obras de mitigación para reducir el daño y, además, los planes de prevención con la comunidad, para que sepan qué hacer ante un fenómeno climático o desastre natural. La organización es fundamental para no lamentar, nuevamente, desgracias.
La región no puede detenerse por lluvias y la optimización de las carreteras es uno de los desafíos que debe cumplirse sin márgenes de error. Y en el caso de que una ruta resulte dañada y, en efecto, termine cortada, los vuelos interregionales serían de gran ayuda para las personas que tienen que movilizarse de una región a otra, de Tarapacá a Arica, por ejemplo.
El objetivo de los proyectos como el de Ciren y Unap es enfrentar de manera eficaz las emergencias y construir las ciudades de otra manera, respetando, en parte, los cursos de la naturaleza para que no se enfrenten con las obras del ser humano.
"Las lluvias estivales de febrero y abril pasados evidenciaron que la región no estaba preparada".