Exceso de cables
En una protesta hasta ahora inédita, habitantes de Valparaíso han reclamado airadamente por la maraña de cables que atiborran los cielos de la ciudad, patrimonio de la humanidad según Unesco.
Su protesta tiene sentido: es difícil encontrar un país del tamaño y progreso económico, humano e institucional de Chile, que descuide su estética urbana con tanta visibilidad como lo hace el nuestro en esta materia. Los tendidos de cables en superficie son algo extinguido hace mucho en todo el mundo desarrollado (como lo es el otrora alcantarillado superficial). Para esos países, autorizar loteos -incluso carreteras- con cables en superficie equivale conceptualmente a permitir cloacas a la vista. Ninguna sociedad del primer mundo permite postaciones en superficie, que en Chile reciben decenas de cables eléctricos, telefónicos, de televisión y de toda clase de servicios, conviviendo con transformadores, letreros políticos, luminarias inapropiadas y otros, que se entrecruzan hasta formar un conjunto indeseable, estéticamente agresivo y peligroso.
En países como Croacia, por ejemplo, recién admitido en la Unión Europea, pero con un producto per cápita inferior al de Chile (14 mil vs. 18 mil dólares) y que sufrió una cruenta guerra hace menos de 20 años, ni en el poblado más modesto se pueden ver cables en superficie.
Chile debe pagar las deudas pendientes con el espacio público, y no abultarlas, como es el caso de loteos recientes en comunas de altos recursos, que siguen autorizando cables en superficie, perpetuando un estilo de ciudad no compatible con el nivel cultural a que se aspira para nuestro país. Habrá que insistir en las reformas legales necesarias para conciliar los intereses de los ciudadanos, que -como los de Valparaíso- ya no desean un cielo de fealdad, con los de los respectivos concesionarios de servicios, obligados a soterrar los cables, pero que no pueden hacerse cargo de las cuantiosas inversiones respectivas si no han sido previstas en la respectiva tarificación.
Esta protesta debería activar una mayor preocupación urbana y la legislación de un país que cobra conciencia de su espacio público. En Iquique la realidad no es muy positiva. Considerando que sólo algunos sectores, como la costanera, Gorostiaga, y algunas etapas del paseo Baquedano no tienen cables. El resto de las calles tienen postes muy saturados, en especial en Barros Arana, Amunátegui o en el denominado casco antiguo.
Es la hora que las autoridades municipales insten a las empresas a realizar cableado subterráneo en una primera etapa en el casco antiguo.
Los tendidos de cables en superficie son algo extinguido hace mucho
Las calles tienen postes muy saturados, en especial en Barros Arana.