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¿Qué tiene María que no tenga Juliette Binoche?

En el norte la conocen como "la alcaldesa" del campamento Esperanza. Estuvo cada día a la espera de que salieran los 33 atrapados en la mina San José. Y hoy su vida llega al cine en una película de Hollywood.

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l Rodrigo Ramos Bañados

María Segovia nunca imaginó que su nombre alcanzaría Hollywood. Es una sensación rara contemplarse en una película, proyecta esta mujer desde su casa ubicada más cerca del cerro que alguna plaza en Antofagasta. María reconoce que nunca vio una película de Juliette Binoche. Le mostramos la foto de Juliette con el premio Oscar. Toma aire. Luego afirma que conoció a la francesa hace poco y por la tele. En las noticias. Mientras se toca el pelo, María dice que no se parece en nada a ella. María es morena, de ojos grandes y mirada a veces juguetona y en otras algo triste. Al lado de María, Juliette parece extraída de un juguetería.

Le decimos que la magia del cine hace milagros. Duda. María responde con voz suave que Juliette, la francesa, es muy blanquita y finita para el rol, un muñequita, es difícil verla metida en ese lugar del infierno con el sol todo el día retorciendo la piel.

"Le aconsejo, si es que lee español, que use mucho bloqueador y que por supuesto engorde un poco más comiendo empanadas. Tiene que transformarse demasiado para lograr mi perfil, pues yo soy morena y no tan esbelta (ríe). Es totalmente distinta a mí", dice, mientras escarba un cajón con recortes.

Al ver una caja de perfume en el cajón, aclara que no usa perfume francés. Tampoco Coral. "Uso un perfume colombiano, hay muchos ricos. Los perfumes franceses son distintos, raros", reflexiona.

-Como le dije, ella se nota que es finita. Nada de charquicán con huevo.

La historia de los 33 mineros atrapados a 600 metros de profundidad unió a María y Juliette. María llegó el día posterior al derrumbe a la mina San José y no se movió de ahí, a la espera de su hermano Darío. La mujer estuvo los dos meses que se extendió el rescate. El carisma y liderazgo de María la hizo ganarse el apodo de "alcaldesa". Pronto su vida y motivaciones fueron parte de todos los noticieros. Hasta ganó fama internacional.

Tarde o temprano iba a llegar la película. María, ahora con una "paloma" (el cilindro que hacía de comunicación entre los mineros y rescatistas) en una mano, afirma que conocía desde hace tiempo el proyecto del largometraje.

Le pidieron que no hablara del guión. Abre los ojos y dice que hay hechos ocultos que se mostrarán. La película intentará ser igual a lo que sucedió en la mina. Hay compromiso de mantener el secreto hasta el estreno del filme. "La producción nos encargó que se baje el perfil, que nos preocupemos de que no salga el tema demasiado en la prensa", dice.

María piensa y responde despacio como cuidando las palabras:

-A mí me han hecho esta pregunta varias veces respecto a la plata, si me cae algo. Si la película es de Hollywood y más encima va a todo el mundo, le va ir bien seguro. A mí jamás me ha llegado de nadie un peso; pero en este caso uno igual piensa, pues a los actores se le está pagando su sueldo y grande; en cambio a mí, por mi historia y nombre, no me han dicho nada de plata ni de pagos.

-Sí, pues, si a una le están usando el nombre. Ignoro el contrato de la película.

María, en un sofá y bajo fotos enmarcadas de los 33, cuenta que la "paloma" era de su hermano. Dice que es lo más importante que conserva de esos días. Una de sus hijas pasa y entre risas dice que no sabía que su madre era tan famosa. Es famosa en la población. Habita en un pasaje oculto, pero es fácil arribar a su casa preguntando: ¿dónde vive la alcaldesa de los 33?

Vive con su numerosa familia. Hay niños en la casa. De un refrigerador grande nos saca una torta y luego nos reparte porciones generosas. El día anterior estuvo de cumpleaños uno de sus nietos. Dice que está en un buen momento de su vida. Sin embargo, no todo le ha resultado fácil.

María comenzó a trabajar a los seis años, cuidando niños, dice. Años más tarde dejó los estudios para continuar trabajando. La vida era difícil para su familia. María siguió rebuscándosela para sobrevivir. Incursionó en el comercio ambulante. Desde hace un tiempo vende empanadas en la feria de las pulgas. Levanta la voz para decir que nadie le ha regalado nada. A veces le han cerrado las puertas, pero siempre ha sido optimista y esto la llevó a confiar en todo momento en el regreso de su hermano desde las profundidades. Su vida podría haber pasado desapercibida, pero el 5 de agosto de 2010, la fecha del derrumbe en San José, cambió todo.

Nos muestras un libro del gobierno donde aparece como uno de los héroes anónimos del Bicentenario.

Hace poco, una de sus hijas se enfermó de leucemia. En medio del tratamiento en Santiago, recibió la visita del ex ministro Laurence Golborne. Recuerda el apoyo. Le brillan los ojos cuando habla de su amistad con Golborne. Dice que habla con él por teléfono; hay una amistad que quedó. Nos exhibe fotos. Por suerte la hija se recuperó y hoy está bien.

-Bien.

No le gusta la política, aunque más de alguna vez se tentó. Su hija afirma que María no está para ese mundo al que califica de sucio. María que tiene cuatro hijos, catorce nietos y un bisnieto. Levanta los hombros. Se siente cercana a la gente y reconoce que goza del cariño. En la ferias de las pulgas, por ejemplo, donde vende empanadas en un local que se llama "La alcaldesa", dice que a diario se acerca gente para fotografiarse con ella. La saludan siempre y eso le reconforta.

Dice que su humildad ha sido clave para que la sigan reconociendo y apoyando. Le dicen que siga así y no cambie. "En la feria piensan que voy a ir a conocer a Antonio Banderas, a saludarlo", cuenta. Luego baja la cabeza y dice que nadie la ha invitado al rodaje. María espera un llamado. J