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Preocupantes cifras demográficas

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La pequeña alza experimentada por la tasa de fecundidad, que pasó de 1,84 a 1,89 hijos por mujer entre los años 2005 y 2011 -aunque respecto de 2010 se percibe una baja-, no permite eludir el grave problema demográfico que el país enfrenta desde hace años. En efecto, la persistente tendencia a la disminución de los nacimientos en la última década -los que no alcanzan la llamada cifra de reposición de la población, de 2,1 hijos por mujer- ha modificado de manera acelerada nuestra distribución demográfica, con una presencia menor de niños y el aumento sostenido de los adultos mayores, en un manifiesto envejecimiento poblacional.

Los datos conocidos muestran, además, profundos cambios en los comportamientos sociales. Si en 2000 el 51,1% de los hijos nacían de madres casadas, esa cifra se redujo en 2011 al 30,7%, entre las cuales el 15% corresponde a madres adolescentes, porcentaje que si bien ha experimentado una caída en el último tiempo, se mantiene en niveles preocupantes, por las dificultades que supone para la crianza, por su efecto en las condiciones económicas del hogar uniparental y, en el caso de las progenitoras menores de edad, por las complejidades que el tema implica para la culminación de sus estudios y oportunidades futuras.

Chile vive la paradójica situación de, sin haber alcanzado plenamente la condición de país desarrollado, estar empezando a vivir las mismas dificultades que en esta materia afectan a esas naciones, con los retos que ello significa. El estancamiento demográfico y el prematuro envejecimiento poblacional limitan las posibilidades de crecimiento económico futuro y hasta acarrean consecuencias de índole geopolítica, en un territorio tan desigualmente habitado como el nuestro.

Es efectivo que cifras como las conocidas recientemente sugieren una cierta detención en la caída de la natalidad, fenómeno en el que podría estar incidiendo el aumento de la inmigración, con la llegada de población joven y con otras tasas de fecundidad. Ello, sin embargo, no es suficiente para resolver un problema demográfico que ya se ha hecho evidente, y en el que inciden tendencias propias de la vida moderna, como las dificultades para compatibilizar maternidad e incorporación femenina al mundo del trabajo, así como los costos de la crianza en la sociedad actual.

Urgen, pues, políticas públicas integrales de apoyo que contribuyan al difícil objetivo de intentar revertir o al menos contener el tránsito demográfico. En el caso de Chile, algunas iniciativas ya han sido implementadas, como la prolongación del posnatal, el bono por el tercer hijo y la masificación del acceso gratuito a salas cuna y jardines infantiles. Sin embargo, todavía queda espacio para reforzar el matrimonio y la familia como núcleo social y mejorar las redes de apoyo institucionales.

'El estancamiento

'Chile vive la

'La ignorancia afirma o niega rotundamente; la ciencia duda'.