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Los gladiadores con pelo cano y paso firme

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Los corredores están inquietos antes de la carrera. Algunos elongan, otros dan pequeños saltos a modo de calentamiento y unos pocos ensayan partidas.

A la voz 'en sus marcas', toman sus posiciones. Para las carreras de velocidad, la partida baja es la indicada. Los 100 metros planos requieren rapidez y una salida explosiva.

La carrera es a muerte. Son todos mayores de 55 años, han visto y recorrido mucho, pero la emoción de cada competencia es igual a la primera vez.

Luis Oporto es uno de los participantes. Nació en Arica, pero ahora luce los colores de Antofagasta. De apenas 59 primaveras, se recupera con una rapidez increible de la competencia.

'Me gustaba jugar basket y también fútbol. Después me pasé a las carreras de fondo y medio fondo', cuenta a un costado de la pista.

De zancadas largas y contextura delgada, hace algunos años decidió probar suerte como velocista.

'Me di cuenta de que mis marcas no eran malas y empecé a probar. Ahora tengo 59 años, así que a los 60 ya quiero estar corriendo en el sudamericano en Colombia', dice muy confiado.

Recuerda que su carrera como deportista, llena de medallas y marcas, pasó por momentos muy difíciles.

'Tuve un problema en la columna. Fue bien grave, estuve tres años usando bastón y tratando de recuperarme', dice ahora con tranquilidad.

Pero el bastón fue colgado hace años. Hoy todo ese tiempo parece jamás haber existido. Luis sólo tiene una cosa en mente y ninguna columna, por quejumbrosa que esté, lo hará cambiar de opinión.

'El 2010 empecé con las carreras de velocidad. Así que eso me da justo 5 años de preparación para ir a Lyon, en Francia, el 2015. Así que hasta allá tengo que llegar', asegura con tal convicción que es imposible dudar.

Lucía Huanca, mientras tanto, está sentada en las graderías. Tiene una sonrisa extasiada, como si ante sus ojos un milagro estuviese ocurriendo.

'Me siento como si tuviera 18 años, como un niñito en el primer día de kinder', dice sin perder la sonrisa.

Lanzadora de martillo, bala y disco, apenas contiene su emoción al pensar en lo que está viviendo. Tras 10 años sin pisar el estadio, Lucía siente que ya ganó todos y cada uno de los lanzamientos. Los gritos de ánimo, una cancha repleta de competidores y hasta el disparo que anuncia el inicio de las carreras son, lejos, una de las mejores cosas que le han pasado en la vida.

'Yo siempre entrené mucho. Llegó un tiempo en el que podía levantar pesas de 120 kilos y tuve lanzamientos de 34, 18 metros en el martillo. Participé en muchos campeonatos durante toda mi vida', recuerda.

Tras una vida de deportista, se fue a vivir al valle. La distancia le impidió seguir con su rutina de entrenamiento, pero el trabajo en el campo la mantuvo fuerte.

'También me construí un foso de lanzamiento. Ahí ocupaba un martillo que me quedaba y algunas herramientas para practicar', sigue contando, con la sonrisa intacta.

Makarena, su hija, era su utilera. Creció viendo a su mamá practicar solitaria la fuerte disciplina del lanzamiento. Y como era de esperarse, hoy está sentada a su lado, luciendo los mismos colores que ella para reprentar a Arica en el zonal de Atletismo Master.

'Llevo tanto tiempo sólo practicando en mi casa que espero que mi cuerpo se acuerde de cómo tomar las cosas. Pero aunque no ganara nada, ya me siento muy feliz, porque volví al estadio', asegura Lucía.

Mientras el iquiqueño Ariel Standen corre los 100 metros planos, sus compañeros cuentan parte de su currículum como deportista. 'Es campeón mundial y tiene más de 80 años', dicen y con eso ya no necesita más presentaciones.

'Me tiran flores porque para eso les pago', bromea Ariel, delgado y esbelto, con una mata de cabello blanco que delata su experiencia.

¿Que cuándo empezó con el deporte?. Su respuesta es implacable. 'Tengo 84 años, así que puedo decir que corro hace 83. Era un niño hiperkinético, como le dicen. Corría, saltaba, hacía de todo. También jugué fútbol y basket, pero a los 13 empecé con el atletismo. Y me federé a los 16', recuerda.

De eso, claro, varios años han pasado. y también medallas.

'El 93' competí bien lejos. Me fui a Japón y me fue bien, saqué dos bronces en el mundial. El 95' estuve en Buffalo, Estados Unidos, y tuve 2 medallas de oro y dos de plata. El 97' el mundial fue en Sudáfrica y saqué oro en el decatlón', recuerda.

La lista suma y sigue. Italia, Suecia, Brasil. Medallas de oro, plata y bronce. Su hija, Ann Standen, le recuerda algunas de sus competencias. También ella representa a Iquique. El deporte se lleva en la sangre.

Ariel no pierde la sonrisa mientras una avalancha de medallas y mundiales sale de sus recuerdos.

'Y bueno, eso es lo que he hecho. Una cosa poca', dice, con una traviesa falsa modestia. J